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    Liturgia
de la Iglesia Española Reformada Episcopal (1954)

 

Ordenación de Presbíteros


La ordenación de los Presbíteros tiene lugar durante el Oficio de la Santa Comunión, siguiendo la fórmula que a continuación se pone.


El Obispo ocupará ‘su silla cerca de la Mesa del Señor. Un Presbítero acompañará a los Diáconos (revestidos de su traje propio) que han de recibir el Presbiterado, y se arrodillará con ellos en la última grada que conduce al Presbiterio. En esta disposición, el Ministro que dirija el Culto empezará el Oficio de Comunión.

Después del Gloria a Dios en las alturas (página 147), el Presbítero que acompaña a los Ordenandos, se llegará con ellos al Obispo, que estará sentado en su silla, y se los presentará, diciendo:

    REVERENDO en Cristo padre: Os presento estas personas que aquí veis, para que las admitáis al Orden del Presbiterado.

El Obispo:

    ADVIERTE que las personas que nos presentas, sean varones capaces por su doctrina y buenas costumbres, de ejercer debidamente su ministerio, para honra de Dios y edificación de su Iglesia.

El Presbítero:

    POR tales los tengo, después de haber hecho las investigaciones que para estos casos se requieren.

El Obispo, dirigiéndose a la Congregación:

AMADOS OYENTES: Estos son los varones que, con el divino beneplácito, nos proponemos admitir hoy al sagrado Oficio del Presbiterado; porque, después del debido examen, nada hemos hallado en contrario de este propósito; antes bien, los tenemos por legalmente llamados al desempeño de sus funciones y ministerio, y por capaces para el mismo. Empero, si todavía fuere sabedor alguno de vosotros de algún impedimento o notable crimen de cualquiera de ellos, en virtud del cual no sea lícito admitirle a este Orden sagrado, preséntese en el nombre de Dios, y manifieste el tal impedimento o crimen.

¶ [Y si algún notable crinen o impedimento se objetare, el Obispo sobreseerá en la ordenación de la persona acusada, hasta que se hubiere purgado del crimen.]

Luego el Obispo (habiendo recomendado aquellos que han sido juzgados dignos del Orden, a las oraciones de la Congregación), diga, levantándose:

    OYE, oh Señor, nuestra oración.
    R. Y llegue a ti nuestro clamor.
    V. Dios omnipotente, dador de todos los bienes, que por tu Santo Espíritu has establecido diversos órdenes de Ministros en. tu Iglesia. Mira con benignidad a estos tus siervos llamados al orden del Presbiterado; cólmalos en tal medida de la verdad de tu doctrina, y adórnalos de tal pureza de costumbres, que puedan con sus ejemplos y palabras servirte cumplidamente en este Ministerio, para gloria de tu santo nombre, y para edificación de la Iglesia.
    R. Amén.
    V. Por tu misericordia, oh Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Y sígase el Oficio de Comunión, página 148.
 

Ordination of Priests

PROFECÍA PROPIA. — Ezequiel, III. 17 a 21.

    A dice el Señor: Hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel. Oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y amonestarlos has de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares, ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino, a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, mas su sangre demandaré de tu mano. Y si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, y tú habrás librado tu alma. Y cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste: en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; mas su sangre demandaré de tu mano. Y si al justo amonestares, para que el justo no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fué amonestado; y tú habrás librado tu alma.

EPÍSTOLA PROPIAEfesios, IV. 7 a 13.

    HERMANOS: A cada uno de vosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dió dones a los hombres. Y que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, él mismo es el que también subió sobre todos los cielos, para cumplir todas las cosas. Y él mismo dió unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores; para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe, y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo.

EVANGELIO PROPIO. — Mateo, IX. 36 a 38.

    EN aquel tiempo: Viendo Jesús las gentes, tuvo compasión de ellas; porque estaban derramadas y esparcidas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros para su mies.

O ESTE OTRO.—Juan, X. 1 a 16.

    EN aquel tiempo decía Jesús: De cierto, de cierto os digo, que el que no entra por la puerta, etc.
 

Después de la LAUDA del tiempo (págs. 150-154), sentado el Obispo en su silla, dirigirá a cada uno de los ordenandos estas palabras:

    HERMANOS: Por la lectura y estudio de la Palabra de Dios conocéis la dignidad e importancia del Ministerio a que sois llamados. Os exhortamos ahora en el nombre de Jesús a que recordéis que habéis de ser nada menos que mensajeros, centinelas y mayordomos del Señor, predicando, amonestando, instruyendo y apacentando su santa familia.
    Tened presente, por lo tanto, cuán grande tesoro se confía a vuestro cuidado. Los fieles son ovejuelas del buen Pastor Jesucristo, el cual las redimió con su muerte, derramando por ellas su sangre; la iglesia o congregación a que debéis servir, es su Esposa y Cuerpo suyo: y si esa iglesia, o alguno de sus miembros, padeciere algún detrimento por vuestro descuido, bien podéis comprender que sería una falta enorme de vuestra parte, cuya responsabilidad es grandísima delante de la Iglesia, y mucho más grande aún delante de Dios. Así, considerad atentamente cuál sea el fin de vuestro Ministerio respecto a los hijos de Dios, y cuidad que no decaiga vuestro celo, ni se aminore vuestra diligencia, ni se interrumpa vuestro trabajo; hasta que todos cuantos fueren sometidos a vuestro cargo, lleguen a reunirse en aquella misma fe y conocimiento de Dios, y en aquella madura y perfecta edad en Cristo, que excluyan en medio de vosotros todo error en religión, y todo vicio en la conducta.
    Además, queridos hermanos, os rogamos que no olvidéis las necesidades espirituales de este país, donde os ha cabido en suerte ejercer vuestro ministerio. Los que están fuera de vuestra comunión, no deben estar fuera de vuestro amor. Así, acordaos de los que en torno vuestro se hallen engañados por las seducciones del error y estén descarriados aun hoy, como ovejas sin pastor. Buscad a esos hermanos vuestros, como el Gran Pastor os buscó a vosotros, e instadles a que, si aprecian la seguridad de sus almas, vuelvan a las sendas antiguas y hallen refugio en el aprisco verdadero. Sed valientes, y no enmudezcáis por ningún temor a los hombres. Alzad vuestra voz como trompeta, y gritad y no temáis, por si podéis despertar a alguno de los que duermen. No os asustéis del escarnio, ni os desaniméis si sois llamados a sufrir algún trabajo. Contad al pueblo de este país las glorias de la antigua Iglesia Española. Habladles de su primitiva pureza e independencia. Sobre todo, dirigidlos al único Medianero y Abogado, cuyas prerrogativas no pueden impunemente ser usurpadas; y con toda fidelidad, con ferviente amor, con oración perseverante, exhortadles a que pongan su confianza en él, en él solamente. Hacedlo así, queridos hermanos, y estad seguros que si lo procuráis, Dios, vuestro Dios os dará su bendición, y prosperará vuestro trabajo a su debido tiempo.
    Las excelencias y las dificultades de vuestro Ministerio os harán comprender cuán necesario es que pidáis a Dios con empeño os conceda su Espíritu Santo. Y como obra tan grande no podéis llevarla a su deseado; término, sino mediante vuestra palabra acompañada de una vida a ella conforme; notad con cuánta diligencia deberéis leer y estudiar las Santas Escrituras, y cuáles deberán ser vuestros conatos para que vuestras costumbres y las de vuestras familias sean según el modelo de las mismas Escrituras; por lo cual procuraréis apartaros de todas aquellas cosas del mundo que pudieran traer la contaminación a vuestras almas.
    Tenemos la dulce esperanza de que ya de antemano habéis recapacitado y ponderado. estas cosas dentro de vosotros mismos; y de que estáis perfectamente decididos, mediante la gracia de Dios, a consagraros por entero a este Ministerio a que se ha servido llamaros; de modo que orando sin intermisión a Dios el Padre, por la intercesión de su Hijo unigénito, obtengáis la ayuda celestial del Espíritu Santo, y lleguéis a ser buenos y fieles obreros de Jesucristo, y modelos piadosos de imitación para el pueblo.
    Ahora, para que esta Congregación cristiana aquí reunida pueda conocer también vuestras intenciones y voluntad respecto de estas cosas, y para que vuestra promesa misma pueda excitaros al cumplimiento de vuestros deberes, responderéis claramente a las preguntas que, en nombre de Dios y de su Iglesia, os vamos a hacer.
 

 Speech by the Bishop

Y pregunte, como dirigiéndose a cada uno de los Ordenandos:

    ¿TE juzgas verdaderamente llamado, según la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, y la constitución de esta Iglesia?
    Ordenando: Así lo juzgo.
    Obispo: ¿Estás persuadido de que en las Santas Escrituras se contiene suficientemente. toda la doctrina que se requiere para la salvación eterna, por la fe en Jesucristo; y estás resuelto a sacar de las mismas Escrituras, con qué instruir al pueblo, y a no enseñar como necesaria para la salud eterna ninguna cosa que no se pueda probar o deducir legítimamente de la palabra de Dios?
    Ordenando: Tal es mi persuasión y tal mi resolución mediante su gracia.
    Obispo: ¿Pondrás el mayor esmeró y fidelidad en administrar siempre la doctrina, y los Sacramentos, y la disciplina de Cristo, según tiene mandado el Señor que es nuestra Cabeza, y se halla recibido en ésta su Iglesia; y enseñarás al pueblo sometido a tu cuidado pastoral, que guarde y observe esto mismo con la mayor diligencia?
    Ordenando: Así lo haré con el auxilio del Señor.
    Obispo: ¿Estarás pronto a rechazar fiel y diligentemente todas las doctrinas erróneas y peregrinas, contrarias a la Palabra Dios; y a aconsejar y exhortar en público y en privado. así a enfermos como sanos, bien sea dentro de los límites de tu Congregación, bien en cualquier otra esfera en que la Iglesia te colocare?
    Ordenando: Lo estaré con la gracia de Dios.
    Obispo: ¿Serás asiduo en la oración y en la lección de las Sagradas Escrituras, y en aquellos estudios que contribuyen al mayor conocimiento de las mismas, sin hacer caso de las especulaciones del mundo y de la carne?
    Ordenando: Me esforzaré a serlo con el auxilio del Señor.
    Obispo: ¿Te aplicarás con todo esmero a modelar y conformar tu vida y la de tu familia con la doctrina de Cristo, para que así tú como tu familia, en cuanto sea posible, deis a la grey del Señor los más saludables ejemplos?
    Ordenando: Así lo haré con la gracia de Dios.
    Obispo: ¿Conservarás y promoverás con todas tus fuerzas la tranquilidad, la paz, y la caridad entre todos los cristianos, y especialménte entre aquellos que se confiaren a tu cuidado?
    Ordenando: Así lo haré con el auxilio del Señor.
    Obispo: ¿Obedecerás y respetarás a tu Ordinario, y a los otros Ministros de la Iglesia, a quienes estuviere confiado el encargo de regirte, prestándote a sus avisos de corazón y con alegría, y sometiéndote a sus piadosos juicios?
    Ordenando: Así lo haré con la gracia de Dios.

Entonces el Obispo, levantándose, diga:

    DIOS omnipotente, que os ha dado el querer hacer todo esto, os conceda también las fuerzas y el poder de ejecutarlo, y lleve a perfección esta obra que ha comenzado en vosotros; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Luego amonestará a la Congregación que ore en secreto a Dios, para que dé su gracia a los Ordenandos; y para dar lugar a esta súplica, se guardará silencio por un corto tiempo.

Después, arrodillados los Ordenandos, y en pie los demás, se leerá o cantará, alternando el Obispo y la Congregación, el
 

 Questions of the Ordinands
VENI CREATOR

VEN, nuestras mentes visita,
Espíritu Creador,
Y con tu gracia bendita
Los pechos inflame el hálito
De tu celestial amor.

  Paráclito tú te llamas,
Del alto Dios sacro don,
Raudal que vida derramas,
Amor, caridad mirífica,
Fuego, espiritual unción.

  Tú en la Iglesia difundido
En don septiforme estás,
Tú del Padre el prometido,
De su rica diestra el índice
Que al habla riquezas das.

  Los sentidos con los dones
Aclara de tu virtud,
Tu amor da a los, corazones,
Del cuerpo lo flaco y mórbido
Curando con tu salud.

  Benigno tu gozo envía,
Tu paz danos celestial,
Y siendo tú nuestro guía,
Vencido el maligno espíritu,
Evitemos todo mal.

  Por ti al Padre conozcamos
Y al Hijo, el Verbo de Dios,
Y en todo tiempo creamos
A ti, sacrosanto Espíritu
Procedente de los dos.

  Loor a Dios Padre eterno
Los cielos y tierra den,
Loor al Hijo coeterno,
Loor' al santo Paráclito,
Por siglos sin fin. Amén.

Luego el Obispo orará de esta manera:

    DIOS todopoderoso, Padre celestial, que por tu bondad e inmensa caridad pará con nosotros, nos has dado tu amado y predilecto Hijo Jesucristo, para que fuese nuestro Redentor y el Autor de la vida eterna; quien habiendo consumado nuestra redención con su muerte, y después de su ascensión a los cielos, envió por todo el mundo a sus Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Doctores y Pastores, por cuyos trabajos y ministerio se reunió una inmensa grey en todos los países del mundo, para publicar alabanzas sempiternas a tu santo Nombre. Por estos grandes beneficios de tu eterna bondad, y por haberte dignado llamar a estos tus siervos, aquí presentes, al Ministerio que has instituído para perfección de los santos y edificación del cuerpo de tu Iglesia, nosotros te damos las más cordiales gracias, te alabamos y te adoramos. Y suplicámoste humildemente, por tu mismo bendito Hijo, te dignes conceder a cuantos aquí o en cualquiera otro lugar invocaren tu santo nombre, que nos mostremos siempre reconocidos por éste y por los demás beneficios tuyos, y que vayamos diariamente creciendo más y más en el conocimiento y en la fe en Ti y en tu Hijo, por el Espíritu Santo; para que no sólo por medio de estos tus Ministros, sino también por medio de todos aquellos que a sus cuidados estuvieren, sea eternamente glorificado tu excelso nombre, y se extienda tu santo reino.
    R. Amén.
    V. Por tu misericordia, oh Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.
 

Veni Creator Spiritus

Acabada esta Oración, el Obispo y los Presbíteros presentes impondrán las manos sobre la cabeza de cada uno de los Ordenandos de Presbítero, que estarán arrodillados; y el Obispo diga:

    RECIBE el Espíritu Santo para el Oficio y Ministerio de Presbítero en la Iglesia de Dios, que ahora se te comete por la imposición de nuestras manos. En conformidad a las palabras de Cristo, a los que remitieres los pecados, remitidos le son; a quienes los retuvieres, serán retenidos. Y sé un dispensador fiel de la Palabra de Dios y de sus santos Sacramentos. En el nombre de] Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Después el Obispo entregará a cada uno de ellos una Biblia, diciendo:

    RECIBE la facultad de predicar la Palabra de Dios, y de administrar los santos Sacramentos en la Congregación en que fueres legítimamente colocado.

Luego, ayudado por un Presbítero, pondrá a cada uno, de los recién Ordenados la Banda o Estola sobre los hombros colgando por delante.

Después de esto, tendrá lugar el SERMÓN, que versará sobre el Oficio y deberes del Presbítero.

Después del Sermón, prosígase el Oficio de Comunión, página 154, encargándose el Obispo de dirigir el Culto.

Todos los recién Ordenados permanecerán durante el Oficio, y recibirán la Santa Comunión.

Después de la Oración de gracias, y antes o HIMNO final, diga el Obispo las oraciones siguientes:

    ¡PADRE omnipotente y misericordioso! Te suplicamos derrames tu celestial bendición sobre estos siervos tuyos, para que sean vestidos de justicia, y para que tu Palabra proferida por sus labios tenga tan feliz éxito, que jamás hablen en vano. Concédenos también gracia para escuchar y recibir, como medios para nuestra santificación, todo cuanto enseñaren sacado de tu Revelación escrita o con ella conforme; para que en todos nuestros dichos y acciones busquemos tu gloria, y el adelantamiento de tu reino; por Jesucristo nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. Prevénnos, oh Señor, en todas nuestras ac ciones con tu benigno favor, y promuévenos con tu ayuda continua; para que en todas nuestras obras, comenzadas, continuadas y acabadas en ti, glorifiquemos tu santo nombre, y finalmente alcancemos la vida eterna.
    R. Amén.
    V. Por tu misericordia, oh Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Si en un mismo día hubieren de ser unos ordenados de Diáconos y otros de Presbíteros, después del Gloria a Dios en las alturas se presentarán al Obispo los Ordenandós de Diácono primero, y luego los de Presbítero.

Para la Epístola se leerá Efesios, IV. 7 a 13; y para el Evangelio podrá leerse Mateo, IX. 36 a 38, o bien Lucas, XII. 35 a 38.

Después de la Oración de gracias, y antes del Himno final, se leerán la primera de las dos Oraciones últimas del Oficio de Diáconos, y las dos últimas del Oficio de Presbíteros.

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Web author: Charles Wohlers U. S. EnglandScotlandIrelandWalesCanadaWorld