The Book of Common Prayer
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    Libro de Oración Común
The Book of Common Prayer in Spanish (1928)

 

Fórmulas para Ordenar
Diáconos y Presbíteros
y para Consagrar
Obispos
Según el Orden de la Iglesia Protestante Episcopal
en los Estados Unidos de América,
establecido por los Obispos, y Diputados
Clérigos y Laicos
de la mencionada Iglesia, en Convención General,
en el mes de septiembre, A. D. 1792.

 
PREFACIO.

Es evidente que cuantos han leído diligentemente las Santas Escrituras y los Autores antiguos saben que desde el tiempo de los Apóstoles han existido estas Ordenes de Ministros en la Iglesia de Cristo, Obispos, Presbíteros y Diáconos: Oficios que han estado siempre en tan respetable estima, que nadie se atrevió jamás a desempeñarlos sin ser antes llamado, examinado, aprobado y reconocido como poseedor de aquellas dotes y requisitos necesarios para su cabal desempeño; y además, con la aprobación y admisión de la Autoridad legítima, la Oración pública y con la Imposición de Manos. V por tanto, para que estas Ordenes puedan continuar y usarse reverentemente y estimarse en esta Iglesia, ninguno será reputado por legítimo Obispo, Presbítero o Diácono, ni le será permitido ejercer cualquiera de sus funciones respectivas en esta Iglesia, sino únicamente aquél que para esto hubiese antes sido llamado, examinado, aprobado y admitido según la formula siguiente, o que haya recibido anteriormente la Ordenación o Consagración Episcopal.
    Y ninguno será admitido para Diácono, Presbítero u Obispo si no tiene ha edad que exige el Canon que trata de este asunto.
    Y el Obispo, conociendo por sí mismo, o mediante suficiente testimonio sobre alguna persona cuya vida y conducta haya sido virtuosa y sin delito alguno; y que después de examinado y aprobado lo hallare suficientemente versado en el estudio de las Santas Escrituras, e instruído además según lo requieren los Cánones, puede, en los tiempos señalados, o en circunstancias urgentes en cualquier otro día, admitirle al Diaconado, en presencia de ha Iglesia, según el modo y formula siguiente.


 

 

Fórmula para Ordenar Diáconos

Llegado el día señalado por el Obispo para este objeto, se predicará un Sermón o Exhortación, en que se declararán el Oficio y Obligaciones de los que van a ser admitidos al Diaconado; y cuan necesaria es esa Orden en la Iglesia de Cristo, y en cuanta estimación también debe tener el Pueblo a estas personas en su Oficio.

Acabado el Sermón un Presbítero presentará al Obispo, que deberá estar sentado en su silla cerca de la Santa Mesa, aquellos que desean ser ordenados Diáconos todos adecuadamente revestidos diciendo al mismo tiempo estas palabras,

REVERENDO Padre en Dios, os presento a estas personas, para que sean admitidas al Diaconado.

El Obispo.

ADVIERTE que las personas que nos presentas sean idóneas y dignas por sus conocimientos y buenas costumbres, de ejercer debidamente su Ministerio para honra de Dios, y edificación de su Iglesia.

El Presbítero responderá,

HE investigado cuanto a ellos se refiere, los he examinado además, y así los considero.

Entonces el Obispo dirá al Pueblo,

HERMANOS, si alguno de vosotros sabe de algún impedimento, o crimen notorio de alguno de estos varones, que nos son presentados para que les ordenemos Diáconos, por el que no debe ser admitido a este Oficio, preséntese en Nombre de Dios, y declare cuál es el impedimento o crimen.

Y si se objetare algún crimen o impedimento notorio, el Obispo suspenderá la Ordenación de la persona acusada, hasta que haya sido demostrada su inculpabilidad.

Luego el Obispo (encomendando a las oraciones de la Congregación los que han sido juzgados dignos de ser ordenados) rezará, con el Clero y el Pueblo allí presentes, la Letanía.

Y NÓTESE, que después del Sufragio, Que te dignes iluminar a todos los Obispos, etc., se dirá el siguiente:

QUE te dignes bendecir a estos tus siervos, que ahora van a ser admitidos a la Orden de Diáconos, y derramar tu gracia sobre ellos; para que puedan ejercer debidamente, su Oficio, para la edificación de tu Iglesia, y gloria de tu Santo Nombre;

Y NÓTESE, además que a discreción del Obispo, en lugar de la Letanía señalada, puede ser dicha la Letanía para las Ordenaciones.

Después se celebrará el Oficio de la Santa Comunión, con la Colecta, Epístola y Evangelio siguientes.
 

Form for Ordaining Deacons

Colecta.

OMNIPOTENTE Dios, que por tu divina providencia has establecido diversas Ordenes de Ministros en tu Iglesia, y que inspiraste a tus Apóstoles para que eligiesen al Protomártir San Esteban y a los demás, para la Orden de Diáconos; Mira misericordiosamente a estos tus siervos llamados ahora al mismo Oficio y Ministerio: cólmalos de tal manera de la verdad de tu Doctrina, y adórnalos con inocencia de vida, que, por medio de palabra y buen ejemplo, puedan servirte fielmente en este Oficio, a la gloria de tu Nombre, y para edificación de tu Iglesia; por los méritos de nuestro Salvador Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, ahora y por siempre. Amén.

Epístola. I Tim. iii. 8.

LOS Diáconos asimismo deben ser honestos, no dobles en palabras, no dados a mucho vino, no amadores de torpes ganancias: que tengan el misterio de la fe con limpia conciencia. Y éstos también sean antes probados; y así ministren, si fueren sin crimen. Las mujeres asimismo honestas, no detractoras, templadas, fieles en todo. Los. Diáconos sean maridos de una mujer; que gobiernen bien. sus hijos y sus casas. Porque los que bien ministraren, ganan para sí buen grado, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.

O ésta.

Por Epístola. Hechos vi. 2.

ASI que, los doce convocaron la multitud de los discípulos y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos a las mesas. Buscad pues, hermanos, siete varones de vosotros de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, los cuales pongamos en esta obra. Y nosotros persistiremos en la oración, y en el ministerio de la palabra. Y plugo el parecer a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, y a Prócoro, y a Nicanor, y a Timón, y a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía. A éstos presentaron delante de los apóstoles: los cuales orando, les pusieron las manos encima. Y crecía la palabra del Señor; y el número de los discípulos se multiplicaba mucho en Jerusalén; también una gran multitud de los sacerdotes obedecía a la fe.

Entonces el Obispo examinará, en presencia del pueblo, a cada uno de los Ordenandos del modo siguiente.

¿CREEIS que os halláis interiormente movido por el Espíritu Santo para tomar sobre vos este Oficio y Ministerio, dedicándoos al servicio de Dios, para promover su gloria, y la edificación de su pueblo?
    Respuesta. Así lo creo.
    El Obispo. ¿Creéis que estáis verdaderamente llamado, según la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, y de acuerdo con los Cánones de esta Iglesia, al Ministerio de la misma?
    Respuesta. Así lo creo.
    El Obispo. ¿Estáis persuadido de que las Santas Escrituras contienen toda la Doctrina que se requiere como necesaria para la salvación eterna por la fe en Jesucristo?
    Respuesta. Estoy persuadido.
    El Obispo. ¿Leeréis diligentemente las Santas Escrituras al pueblo congregado en la Iglesia a la que seáis designado para servir?
    Respuesta. Así lo haré.
    El Obispo. Pertenece al Oficio de Diácono, en la Iglesia que se le asigne para servir, asistir al Presbítero en el Oficio Divino, y particularmente cuando éste administre la Santa Comunión, ayudarle a distribuirla; leer las Santas Escrituras y las Homilías en la Iglesia; instruir a la juventud en el Catecismo; en ausencia del Presbítero bautizar a los párvulos, y predicar, si fuere autorizado por el Obispo. Es propio también de su Oficio, informarse de los enfermos, pobres y desamparados de la Parroquia, para que cuando haya medios, se les proporcione alivio, mediante las limosnas de los feligreses, o de otros. ¿Cumpliréis todo esto con alegría y de corazón?
    Respuesta. Así lo haré, con el auxilio de Dios.
    El Obispo. ¿Os aplicaréis con todo esmero a modelar y conformar vuestra vida y la de vuestras familias con la Doctrina de Cristo, para que tanto vosotros como vuestras familias, déis en cuanto os sea posible, al rebaño de Cristo los más saludables ejemplos?
    Respuesta. Así lo haré, con el auxilio del Señor.
    El Obispo. ¿Obedeceréis con respeto a vuestro Obispo, y a los otros Ministros principales, que, de acuerdo con los Cánones de la Iglesia, tuvieren autoridad y gobierno sobre vosotros; siguiendo sus amonestaciones piadosas con alegría y buena voluntad?
    Respuesta. Me esforzaré en hacerlo, con el auxilio del Señor.
 

 

Entonces el pueblo de pie, el Obispo, poniendo sus Manos sobre la Cabezo de cada uno de ellos, que estarán humildemente arrodillados delante de él, dirá,

RECIBID la facultad de ejercer en la Iglesia de Dios, el Oficio de Diácono, que se os confiere, En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Después el Obispo entregará a cada uno de ellos el Nuevo Testamento, diciendo,

RECIBID la facultad de leer el Evangelio en la Iglesia de Dios, y de predicarlo, si para este fin fueres autorizado por el Obispo.

Entonces uno de ellos, que señalará el Obispo, leerá el Evangelio.

S. Luc. xii. 35.

ESTEN ceñidos vuestros lomos, y vuestras antorchas encendidas; y vosotros, semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere y llamare, luego le abran. Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales, cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos.

Luego el Obispo procederá en el Oficio de la Santa Comunión, y todos los Ordenados permanecerán, y recibirán en aquel mismo día la Santa Comunión, con el Obispo.

Concluída la Comunión, después de la última Colecta, y antes de la Bendición, se dirá la Colecta siguiente.

OMNIPOTENTE Dios, Dador de toda buena dádiva, que por tu gran benignidad, te has dignado aceptar y admitir a estos tus siervos al Oficio de Diáconos en tu Iglesia; Haz que sean, te suplicamos, oh Señor, modestos, humildes y constantes en el desempeño de su Ministerio, que estén dispuestos a observar toda disciplina espiritual; para que teniendo siempre el testimonio de una buena conciencia, y continuando siempre firmes y fortalecidos en Cristo tu Hijo, procedan de tal manera en este Oficio menor, que sean dignos de ser admitidos a los Ministerios mayores en tu Iglesia; por el mismo Jesucristo tu Hijo, nuestro Salvador, a quien sea gloria y honra por los siglos de los siglos. Amén.

LA Paz de Dios, que excede a todo entendimiento, guarde vuestros corazones y mentes en el conocimiento y amor de Dios, y de su Hijo Jesucristo nuestro Señor: Y la Bendición de Dios Omnipotente, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sea con vosotros, y more con vosotros eternamente. Amén.

Aquí pues, deberá advertirse al Diácono su obligación de permanecer por espacio de un año entero en el Diaconado (si el Obispo por causas razonables no juzgare de otro modo) para que pueda adquirir un conocimiento perfecto, y una experiencia suficiente en lo concerniente a la Administración Eclesiástica: y si en el desempeño de la Administración se portare con fidelidad y diligencia, podrá ser admitido por su Diocesano a la Orden del Presbiterado, en los tiempos señalados en el Canon, o si así lo exigieren circunstancias urgentes, en algún otro día, en presencia de la Iglesia en el modo y forma siguiente.


 

 

Fórmula para
Ordenar Presbíteros

Llegado el día señalado por el Obispo para este objeto, se predicará un Sermón o Exhortación, en que se declararán el Oficio y Obligaciones de los que van a ser admitidos al Presbiterado; y cuan necesaria es esa Orden en la Iglesia de Cristo, y en cuanta estimación también debe tener el Pueblo a estas personas en su Oficio.

Un Presbítero presentará al Obispo que estará sentado en su silla cerca de la Santa Mesa los que van a ser ordenados Presbíteros, todos adecuadamente revestidos, y dirá,

REVERENDO Padre en Dios, os presento a estas personas, para que sean admitidas a la Orden del Presbiterado.

El Obispo.

ADVIERTE que las personas que nos presentas, sean idóneas y dignas por su conocimiento y buenas costumbres, de ejercer debidamente su Ministerio para honra de Dios y edificación de su Iglesia.

El Presbítero responderá,

HE investigado cuanto a ellos se refiere, los he examinado además, y así los considero.

Entonces el Obispo dirá al Pueblo,

AMADOS oyentes, éstos son los que, con el divino beneplácito, nos proponemos admitir este día al sagrado Oficio del Presbiterado; porque, después del debido examen, nada hemos hallado que se oponga; antes bien, los tenemos por legalmente llamados al desempeño de sus Funciones y Ministerio, y los consideramos capaces para los mismos. Empero si alguien sabe de algún impedimento o crimen notorio de alguno de ellos, por el que no sea lícito admitirlo a este sagrado ministerio, preséntese en Nombre de Dios, y declare cual es el impedimento o crimen.

Y si se objetare algún crimen o impedimento notorio, el Obispo suspenderá la Ordenación de la persona acusada, hasta que haya sido demostrada su inculpabilidad.

Luego el Obispo (encomendando a las oraciones de la Congregación, a los que han sido juzgados dignos de ser ordenados) rezará, con el Clero y el Pueblo allí presentes, la Letanía.

Y NÓTESE, que después del Sufragio, Que te dignes iluminar a todos los Obispos, etc., se dirá el siguiente:

QUE te dignes bendecir a estos tus siervos, que ahora van a ser admitidos a la Orden de Presbíteros, y derramar tu gracia sobre ellos; a fin de que puedan ejercer debidamente su Oficio, para la edificación de tu Iglesia, y gloria de tu Santo Nombre.

Y NÓTESE que a discreción del Obispo, en lugar de la Letanía señalada, puede decirse la Letanía para las Ordenaciones.

Después se celebrará el Oficio de la Santa Comunión, con la Colecta, Epístola y Evangelio siguientes.
 

Form for Ordaining Priests
Colecta.

OMNIPOTENTE Dios, Dador de toda buena dádiva, que por tu Espíritu Santo has establecido diversas Ordenes de Ministros en tu Iglesia; Mira con misericordia a estos tus siervos, llamados ahora al Oficio del Presbiterado; y cólmalos de tal manera de la verdad de tu Doctrina, y adórnalos con inocencia de vida, que, por medio de palabra y buen ejemplo, puedan servirte fielmente en este Oficio, a la gloria de tu Santo Nombre y la edificación de tu Iglesia; por los méritos de Jesucristo nuestro Salvador, que vive y reina contigo y el mismo Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Epístola. Efes. iv. 7.

A  CADA uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto llevó cautiva la cautividad, y dió dones a los hombres. (Y el que subió, ¿ qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, el mismo es el que también subió sobre todos los cielos, para cumplir todas las cosas.) Y El mismo dió unos, apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores, y doctores, para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo: hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe, y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Evangelio. S. Mat. ix. 36.

Y  VIENDO Jesús las multitudes, tuvo misericordia de ellas; porque estaban derramadas y esparcidas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha; mas los obreros, pocos. Rogad pues al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.

O éste.

Evangelio. S. Juan x. 1.

DE cierto, de cierto os digo, que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, mas sube por otra parte, el tal ladrón es y robador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y como ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen; porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, antes huirán de él; porque no conocen la voz de los extraños; Esta parábola les dijo Jesús; mas ellos no entendieron que era lo que les decía. Volvióles pues Jesús a decir: De cierto, de cierto os digo, Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y robadores, mas no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta: el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye; y el lobo las arrebata, y dispersa las ovejas. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil: aquellas también me conviene traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño, y un pastor.
 

 

Luego sentada la Congregación el Obispo dirá lo siguiente a los que van a ser ordenados Presbíteros.

YA oísteis, Hermanos, en vuestro examen particular, como en la exhortación que ahora os hicimos, y en las santas Lecciones tomadas del Evangelio y de los escritos de los Apóstoles, de cuanta dignidad y grande importancia es este Ministerio a que sois llamados. Y ahora os exhortamos de nuevo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis presente, a cuan alta dignidad, y a qué importante Oficio y Ministerio sois llamados; pues que seréis Mensajeros, Centinelas y Mayordomos del Señor, instruyendo, amonestando y proveyendo a la familia del Señor, buscando a los ovejas de Cristo dispersas por doquier, y a sus hijos que se hallen en medio de este mundo perverso, para que por Cristo puedan obtener su eterna salvación.
    Tened, por lo tanto, siempre fijo en vuestra mente cuan gran tesoro se os ha encomendado. Son ovejas de Cristo, que El mismo compró con su muerte, y por las que derramó su sangre. La Iglesia y la Congregación a las que debéis servir, es su Esposa y su Cuerpo; y si llegare a suceder que esta Iglesia o alguno de sus miembros padeciere daño o detrimento por vuestra negligencia, bien conocéis la magnitud de semejante falta, y también el horrible castigo que os sobrevendrá. Por lo tanto, considerad atentamente el propósito de vuestro Ministerio con respecto a los hijos de Dios y a la Esposa y Cuerpo de Cristo; y procurad que vuestra obra, vuestro cuidado y diligencia sean incesantes, haciendo cuanto os sea posible, de acuerdo con vuestra obligación, hasta traer a todos los que están o fueren puestos a vuestro cuidado, a tal unidad de la fe y del conocimiento de Dios, y a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, para que no haya entre vosotros ningún error en religión, ni depravación de vida.
    Puesto que vuestro Oficio es de tanta excelencia, pero de tan grande dificultad, considerad con cuánto cuidado y estudio debéis dedicaros a su desempeño, para mostraros obedientes y agradecidos al Señor que os ha elevado a tan alta dignidad, así como también, debéis procurar que ni vosotros ofendáis, ni seáis causa de que otros ofendan. Sin embargo de vosotros mismos no podéis tener tal mente y voluntad, porque dicha voluntad y capacidad provienen de Dios solamente; por lo tanto, debéis y tenéis necesidad de rogar fervorosamente por su Santo Espíritu. Y conscientes de que no podréis efectuar tan ardua labor respecto a la salvación del hombre, sino con la doctrina y exhortación obtenidas de las Santas Escrituras, y con una vida acorde a las mismas, considerad cuan asiduos debéis ser en estudiar y aprender las Escrituras y en conformar vuestras costumbres y las de los que especialmente pertenecen a vosotros, de acuerdo con los preceptos de las mismas Escrituras, y por esta misma causa debéis abandonar y desechar, cuanto podáis, todos los cuidados y afanes del mundo.
    Confiamos en que ya habréis recapacitado con anterioridad en todas estas cosas, y que estáis firmemente decididos, por la gracia de Dios, a entregaros por completo a este Oficio, al que Dios se ha dignado llamaros; así que, en cuanto más podáis, os dedicaréis enteramente a esto, y pondréis toda vuestra atención y cuidado a este propósito, y pediréis continuamente a Dios el Padre, mediante nuestro único Salvador Jesucristo, que os envíe el celestial auxilio del Espíritu Santo, para que por la diaria lectura y meditación de las Escrituras podáis acrecentar vuestra experiencia y fuerza en el Ministerio y esforzaros a santificar vuestra vida y la de los vuestros, modelándolas según los preceptos y doctrina de Cristo, para que lleguéis a ser saludables y piadosos ejemplos y modelos que el pueblo pueda seguir.
    Ahora pues, para que esta Congregación Cristiana aquí reunida, pueda conocer también vuestras intenciones y voluntad respecto de estas cosas, y para que vuestra misma promesa os estimule más al cumplimiento de vuestros deberes, debéis vosotros mismos responder claramente a las preguntas que en Nombre de Dios y de su Iglesia os vamos a hacer tocante a lo mismo.
 

 
¿OS creéis sincera y verdaderamente llamados según la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, y de acuerdo con los Cánones de esta Iglesia, a la Orden y Ministerio del Presbiterado?
    Respuesta. Así lo creo.
    El Obispo. ¿ Estáis persuadidos de que las Santas Escrituras contienen toda la Doctrina que se requiere como necesaria para la salvación eterna, por la fe en Jesucristo? ¿ Y estáis resueltos a instruir según las mismas Escrituras al pueblo encomendado a vuestro cuidado; y a no enseñar, como necesaria para la salvación eterna, sino aquello de que no estéis bien persuadido, que puede deducirse y probarse por las Escrituras?
    Respuesta. Estoy persuadido y resuelto, mediante la gracia de Dios.
    El Obispo. ¿Os dedicaréis siempre con toda fidelidad y diligencia a administrar la Doctrina y los Sacramentos, y la Disciplina de Cristo, como el Señor ha mandado, y esta Iglesia los ha recibido de acuerdo con los mandamientos de Dios; de manera que podáis enseñar al pueblo encomendado a vuestro cuidado pastoral y guardarlos y observarlos con toda diligencia?
    Respuesta. Así lo haré, con el auxilio del Señor.
    El Obispo. ¿Y estaréis dispuestos a desterrar y rechazar de la Iglesia, con toda fidelidad y diligencia, todas las doctrinas erróneas y extrañas contrarias a la Palabra de Dios; amonestar y exhortar pública y privadamente, tanto a los enfermos como a los sanos, en vuestras Congregaciones, cuando lo exija la necesidad, y la ocasión lo requiera?
    Respuesta. Así lo haré, con el auxilio del Señor.
    El Obispo. ¿Seréis asiduos en la Oración, y en la lectura de las Santas Escrituras, así como en otros estudios que contribuyen al conocimiento de las mismas, dejando a un lado las vanidades del mundo y de la carne?
    Respuesta. Procuraré hacerlo, con el auxilio del Señor.
    El Obispo. ¿Os dedicaréis con todo cuidado a modelar y conformar vuestra vida y la de vuestras familias de acuerdo con la Doctrina de Cristo, para que tanto vosotros corno ellos, déis en cuanto os sea posible, los más saludables ejemplos y modelos al rebaño de Cristo?
    Respuesta. Trataré de hacerlo, con el auxilio del Señor.
    El Obispo. ¿Mantendréis y promoveréis en cuanto os sea posible, la tranquilidad, la paz y la caridad entre todos los Cristianos, y especialmente entre aquellos que están o fueren encomendados a vuestro cuidado?
    Respuesta. Así lo haré, con el auxilio del Señor.
    El Obispo. ¿Obedeceréis, con todo respeto a vuestro Obispo, y a los otros Ministros principales que, de acuerdo con los Cánones de la Iglesia tuvieren autoridad y gobierno sobre vosotros; siguiendo sus amonestaciones piadosas con alegría y buena voluntad, sometiéndoos a sus juicios piadosos?
    Respuesta. Así lo haré, con el auxilio del Señor.

Entonces el Obispo, todos levantándose, dirá,

EL Dios Omnipotente que os ha dado esta voluntad de hacer todas estas cosas; Os conceda también la fuerza y el poder para cumplirlas, para que pueda realizar su obra que ha comenzado en vosotros; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Después de esto, se pedirá a la Congregación, a que dirija en secreto sus oraciones a Dios, suplicándole humildemente todas estas cosas: y para dar lugar a estas súplicas, se guardará silencio por un corto espacio de tiempo.

Después, estando arrodillados todos los que han de ser ordenados Presbíteros, los demás de pie, el Obispo cantará o rezará el Veni, Creator Spiritus: comenzando el Obispo al que responderán alternadamente los Presbíteros, y los demás que estuvieren presentes, las siguientes estrofas.
 

 

Veni, Creator Spiritus.

VEN, Santo Espíritu Creador,
Inflama el alma en santo amor.
Tú que eres celestial unción
E impartes septiforme don.

Con tu bendita unción nos das
Consuelo, vida, amor y paz.
Arde en perpetua claridad
Que alumbre nuestra ceguedad.

Aviva y vierte en nuestro ser
Tu gracia y celestial poder.
Ahuyenta al malo, y a nuestro hogar
Resguarda en paz y bienestar.

El Padre, el Hijo y de los dos,
Tú el procedente, al Trino Dios;
Haz que podamos comprender
Y un canto eterno así ofrecer:
    Gloria al Padre, al Hijo honor,
    Y al Santo Espíritu loor. Amén.


O éste.

OH, tú precioso Espíritu divino
Santo Consolador,
Dios, con el Padre e Hijo, Uno y Trino,
Dios de Paz y de Amor.

Eres la Fuente y Manantial constante
De gozo bienhechor:
El amor dulce, el fuego deslumbrante,
La espiritual Unción.

De la Iglesia de Cristo tus mil dones
Sostén y apoyo son:
La Ley trazas en fieles corazones
Cual dedo del Señor.

En la aflicción, en el pesar y el duelo,
Eres consolación.
Inestimable don que desde el cielo
Nos concede el Señor.

Y pues que nuestro jefe eres amado,
Haz que en toda ocasión
Escapemos las redes del pecado
Y huyamos del error.

Oh, loor al Padre tributad mortales
También al Hijo loor,
Y al Espíritu Santo, que coiguales
Los Tres en Uno son.
Amén.
 

 
Hecho esto, el Obispo orará de esta manera, diciendo,

Oremos.

DIOS Todopoderoso, y Padre Celestial, que, por tu inmenso amor y bondad para con nosotros, nos diste a tu único y muy amado Hijo Jesucristo, para que fuese nuestro Redentor, y el Autor de la vida eterna; quien, después de perfeccionar nuestra redención con su muerte, y de ascender a los cielos, envió por todo el mundo a sus Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Doctores y Pastores; por cuya obra y ministerio El reunió un rebaño numeroso en todas partes del mundo, para proclamar sempiternas alabanzas a tu Santo Nombre: Te rendimos las más cordiales gracias, te alabamos, te adoramos: por estos tan grandes beneficios de tu eterna bondad, y porque te has dignado llamar a estos tus siervos aquí presentes al mismo Oficio y Ministerio para la salvación del linaje humano, y te suplicamos humildemente por tu mismo bendito Hijo, que concedas a cuantos aquí, o en cualquier otro lugar invocaren tu Santo Nombre, que continuemos mostrando nuestra gratitud a ti por estos y todos tus otros beneficios; y que podamos diariamente crecer más y más en el conocimiento y fe en ti y en tu Hijo, por el Espíritu Santo; para que no sólo por medio de estos tus Ministros, sino también por aquellos sobre los cuales estos tus Ministros fueren constituídos, sea eternamente glorificado tu Santo Nombre, y se extienda tu reino bendito; mediante el mismo tu Hijo Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del mismo Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Acabada esta Oración, el Obispo, y los Presbíteros presentes, impondrán las Manos sobre la Cabeza de cada uno de los Ordenandos al Presbiterado, que estarán humildemente arrodillados, y el Obispo dirá,

RECIBID el Espíritu Santo para el Oficio y Obra de Presbítero en la Iglesia de Dios, que ahora se os confiere por la Imposición de nuestras manos. A los que perdonareis sus pecados, les son perdonados, y a los que retuviereis les son retenidos. Y sé un fiel Dispensador de la Palabra de Dios y de sus Santos Sacramentos; En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

O ésta.

RECIBID la facultad de ejercer el Oficio de Presbítero en la Iglesia de Dios, que ahora se os confiere por la Imposición de nuestras manos. Y sé un fiel Dispensador de la Palabra de Dios y de sus Santos Sacramentos; En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Después el Obispo pondrá la Biblia en las manos de cada uno de ellos, que permanecerán arrodillados, diciendo,

RECIBID la facultad de predicar la Palabra de Dios y de administrar los Santos Sacramentos en la Congregación a la que fueres legítimamente designado.

Concluido esto, se rezará el Credo Niceno, y el Obispo continuará el Oficio de la Santa Comunión, la cual recibirán todos los Ordenados, permaneciendo en el mismo lugar en que les fueron impuestas las Manos, hasta que hayan participado de la Comunión.

Concluida ésta, después de la última Colecto, e inmediatamente antes de la Bendición, se dirá esta Colecta.

MISERICORDIOSISIMO Padre, te suplicamos derrames tu celestial bendición sobre estos tus siervos; para que sean revestidos de justicia, y para que tu Palabra proferida por sus labios tenga tanto éxito, que jamás sea hablada en vano. Concédenos también gracia para escuchar y recibir, como medios para nuestra salvación, todo cuanto nos prediquen tomado de tu santísima Palabra o de acuerdo con ella; para que en todas nuestras palabras y obras busquemos tu gloria, y el engrandecimiento de tu reino; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

LA Paz de Dios, que excede a todo entendimiento, guarde vuestros corazones y mentes en el conocimiento y amor de Dios, y de su Hijo Jesucristo nuestro Señor: Y la Bendición de Dios Omnipotente, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sea con vosotros, y more con vosotros eternamente. Amén.

Si en un mismo día han de ser unos Ordenados Diáconos y otros Presbíteros, se presentarán primero los Diáconos y después los Presbíteros, y bastará que una vez se rece para ambos la Letanía; se hará uso de ambas Colectas, primero la perteneciente a los Diáconos, y después la de los Presbíteros. La Epístola será Efes. iv. 7—13, como queda dicho en este Oficio. Inmediatamente después los Ordenandos al Diaconado serán examinados y Ordenados, como queda antes indicado. En seguida, leído el Evangelio por alguno de ellos (que o bien se tomará de San Mateo ix. 36, como se ha dicho en este Oficio, o de San Lucas xii. 35—38, según queda mencionado en la Fórmula de la Ordenación de los Diáconos), los Ordenandos al Presbiterado serán también examinados y Ordenados, como antes indicado en este mismo Oficio. La Colecta será como sigue.

Colecta.

OMNIPOTENTE Dios, Dador de toda buena dádiva, que por tu Santo Espíritu, has establecido diversas Ordenes de Ministros en tu Iglesia; Mira misericordiosamente a estos tus siervos llamados ahora al Oficio de Diácono y a estos tus siervos ahora llamados al Oficio de Presbítero; y cólmalos de tal manera de la verdad de tu Doctrina, y adórnalos con inocencia de vida, que por medio de la palabra y buen ejemplo, puedan fielmente servirte en su Ministerio, a la gloria de tu Nombre y edificación de tu Iglesia; por los méritos de nuestro Salvador Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.


 

 

Fórmula para la Consagración
de un Obispo

Dispuesto todo y en buen orden la Iglesia, el Obispo Presidente o algún otro Obispo designado por los Obispos presentes, empezará el Oficio de la Santa Comunión; en el cual ésta será

La Colecta.

DIOS Omnipotente, que por tu Hijo Jesucristo concediste a tus Santos Apóstoles muchos excelentes dones, y les encomendaste que apacentasen tu rebaño; Da tu gracia, te suplicamos, a todos los Obispos, los Pastores de tu Iglesia, para que prediquen con esmero tu Palabra, y administren debidamente su piadosa Disciplina; y concede al pueblo el que obedientemente la guarde; para que todos reciban la corona de gloria eterna; por el mismo tu Hijo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Y otro Obispo leerá la Epístola.

Epístola. I Tim. iii. 1.

PALABRA fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Conviene, pues, que el Obispo sea irreprensible, marido de una mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar; no amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino moderado, no litigioso, ajeno de avaricia; que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad; (porque el que no sabe gobernar su casa, ¿ cómo cuidara de la Iglesia de Dios?) no un neófito para que no suceda que, hinchado de soberbia caiga en la condenación del diablo. También conviene que tenga buen testimonio de los extraños, porque no caiga en afrenta y en lazo del diablo.

O ésta.

Por Epístola. Hechos xx. 17.

Y  ENVIANDO desde Mileto a Efeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia. Y cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo, desde el primer día que entré en Asia, he estado con vosotros por todo el tiempo, sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y tentaciones que me han venido por las asechanzas de los Judíos: como nada que fuese útil he rehuído de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a los Judíos y a los Gentiles arrepentimiento para con Dios, y la fe en nuestro Señor Jesucristo. Y ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer: mas que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que prisiones y tribulaciones me esperan. Mas de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo; solamente que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, por quien he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro. Por tanto, yo os protesto el día de hoy, que yo soy limpio de la sangre de todos: porque no he rehuído de anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por Obispos, para apacentar la Iglesia del Señor, la cual ganó por su sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño; y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras sí. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia: el cual es poderoso para sobreedificar, y daros heredad con todos los santificados. La plata, o el oro, o el vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, es necesario sobrellevar a los enfermos, y tener presente las palabras del Señor Jesús, el cual dijo: Más bienaventurada cosa es dar que recibir.

¶ Después otro Obispo leerá el Evangelio.

Evangelio. S. Juan xxi. 15.

JESUS dijo a Simón Pedro: ¿Simón, hijo de Jonás, me amas más que éstos? Dícele: Sí, Señor: tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis corderos. Vuélvele a decir La segunda vez: ¿Simón, hijo de Jonás, me amas? Respóndele: Sí, Señor: tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis ovejas. Dícele la tercera vez: ¿Simón, hijo de Jonás, me amas? Entristecióse Pedro de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le dice: Señor, tú sabes todas las cosas: tú sabes que te amo. Dícele Jesús: Apacienta mis ovejas.

O éste.

Evangelio. S. Juan. xx. 19.

COMO fué tarde aquel día, el primero de la semana, y estando las puertas cerradas, donde los discípulos estaban juntos por miedo de los Judíos, vino Jesús, y púsose en medio, y les dijo: Paz a vosotros. Y como hubo dicho esto, mostróles las manos y el costado. Y los discípulos se gozaron viendo al Señor. Entonces les dijo Jesús otra vez: Paz a vosotros: como me envió el Padre, así también yo os envío. Y como hubo dicho esto, sopló sobre ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A los que perdonareis los pecados, les son perdonados; y a los que los retuviereis, les son retenidos.

O éste.

Evangelio. S. Mat. xxviii. 18.

LLEGANDO Jesús, les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id, y doctrinad a todas las naciones, bautizándolas En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
 

Form for the Consecration of a Bishop

Después se dirá el Credo Niceno, y en seguida el Sermón, que una vez terminado, el Obispo Electo revestido con su roquete, será presentado por dos Obispos de esta Iglesia al Obispo Presidente, o a otro Obispo designado para este fin, el cual estará sentado en su silla cerca de la Santa Mesa, y los Obispos que le presentan, dirán,

REVERENDO Padre en Dios, os presentamos a este hombre piadoso y erudito, para que sea Ordenado y Consagrado Obispo.

Mandará el Obispo Presidente, que se exhiban los Testimoniales de la persona presentada para la Consagración, y hará que se lean.

Después le exigirá la siguiente Promesa de Conformidad con la Doctrina. Disciplina y Culto de la Iglesia Protestante Episcopal.

EN el Nombre de Dios, Amén. Yo N. electo Obispo de la Iglesia Protestante Episcopal, en N. prometo conformidad y obediencia a la Doctrina, Disciplina y Culto de la Iglesia Protestante Episcopal en los Estados Unidos de América. Así me auxilie Dios mediante Jesucristo.

Entonces el Obispo Presidente exhortará a la Congregación a orar, diciendo.

HERMANOS, escrito está en el Evangelio según San Lucas, que Cristo nuestro Salvador pasó en oración toda la noche antes de elegir y enviar a sus doce Apóstoles. También está escrito que los santos Apóstoles oraron antes de ordenar a Matías para que fuese uno de los Doce. Por lo tanto siguiendo el ejemplo de Cristo nuestro Salvador, y de sus Apóstoles, elevemos nuestras oraciones a Dios Todopoderoso antes de admitir y enviar a este hombre que nos ha sido presentado, a la obra para la que confiamos ha sido llamado por el Espíritu Santo.

Entonces se dirá la Letanía salvo que después de la súplica Que te dignes iluminar a todos los Obispos etc., el Sufragio propio será,

QUE te dignes bendecir a este nuestro Hermano electo, y enviar sobre él tu gracia, para que pueda desempeñar debidamente el Oficio a que ha sido llamado, para edificación de tu Iglesia, y para honra, alabanza y gloria de tu Nombre; Resp. Suplicámoste nos oigas, buen Señor.

Y NÓTESE, Que a discreción del Obispo Presidente, en lugar de la Letanía podrá decirse la Letanía para las Ordenaciones.

Después se dirá la siguiente Oración.

OMNIPOTENTE Dios, Dador de toda buena dádiva, que por tu Espíritu Santo has establecido diversas Ordenes de Ministros en tu Iglesia; Mira misericordiosamente a este tu siervo, llamado ahora a la Obra y Ministerio de Obispo; y cólmalo de tal manera de la verdad de tu Doctrina, y adórnalo con inocencia de vida, que por medio de palabra y buen ejemplo, pueda servirte fielmente en este Oficio, a la gloria de tu Nombre, y edificación y buen gobierno de tu Iglesia; por los méritos de nuestro Salvador Jesucristo, que vive y reina contigo y el mismo Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Luego sentado el pueblo, el Obispo Presidente, sentado en su silla, dirá al que va a ser Consagrado,

HERMANO, puesto que en la Santa Escritura y en los antiguos Cánones, se nos manda que no procedamos apresuradamente a imponer las manos y admitir persona alguna al Gobierno en la Iglesia de Cristo, la que adquirió a no menos costo que la efusión de su propia sangre; antes de admitiros a esta Administración, os examinaremos sobre ciertos Artículos, para que la Congregación que está presente sepa y pueda atestiguar, de qué modo habéis resuelto conduciros en la Iglesia de Dios.
 

 
¿ESTAIS persuadido de que verdaderamente sois llamado a este Ministerio, según la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, y lo ordenado por esta Iglesia?
    Respuesta. Estoy persuadido.
    El Obispo. ¿Estáis persuadido de que las Santas Escrituras contienen toda la Doctrina que se requiere como necesaria para la salvación eterna, por la fe en Jesucristo? ¿ Y estáis resuelto a instruir en las mismas Santas Escrituras al pueblo encomendado a vuestro cuidado; y a no enseñar ni sostener, como necesaria para la salvación eterna, ninguna cosa de que no estéis bien persuadido, que pueda deducirse y probarse por las mismas?
    Respuesta. Estoy persuadido y resuelto por la gracia de Dios.
    El Obispo. ¿Os dedicaréis entonces con fidelidad al estudio de las Santas Escrituras y pediréis a Dios en oración que os conceda un verdadero entendimiento de las mismas, a fin de que por medio de ellas seáis apto para enseñar y exhortar con saludable doctrina, y para refutar y convencer a los contradictores?
    Respuesta. Así lo haré, con el auxilio de Dios.
    El Obispo. ¿Y estáis dispuesto a desterrar y rechazar de la Iglesia, con toda fidelidad y diligencia, toda doctrina errónea y extraña contraria a la Palabra de Dios, y tanto en privado como en público a exhortar y estimular a los demás a que hagan lo mismo?
    Respuesta. Estoy dispuesto, con el auxilio del Señor.
    El Obispo. ¿Renunciaréis a toda impiedad, y a todos los deseos profanos, viviendo en este mundo, sobria, justa, y piadosamente; de modo que seáis en todo un dechado de buenas obras para los demás, para que el adversario confundido, no tenga nada que decir en contra vuestra?
    Respuesta. Así lo haré, con el auxilio del Señor.
    El Obispo. ¿Conservaréis y promoveréis en cuanto os sea posible, la tranquilidad, amor y paz entre todos los hombres; y aplicaréis con diligencia tal disciplina por autoridad de la Palabra de Dios y las ordenanzas de esta Iglesia?
    Respuesta. Así lo haré, con el auxilio de Dios.
    El Obispo. ¿Seréis fiel en ordenar, enviar o imponer las manos a otros?
    Respuesta. Así seré, con el auxilio de Dios.
    El Obispo. ¿Os mostraréis benévolo y misericordioso por amor de Cristo para con los pobres y necesitados, y para con todos los extraños destituídos de todo auxilio?
    Respuesta. Así me mostraré, con el auxilio de Dios.

Entonces poniéndose todos de pie, el Obispo Presidente dirá,

EL Dios Omnipotente, nuestro Padre celestial, que os ha dado esa buena voluntad de hacer todas estas cosas; Os conceda también la fuerza y el poder para cumplirlas; de modo que El pueda realizar en vos la buena obra que ha comenzado, y podáis ser hallado perfecto e irreprensible en el último día, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Ahora el Obispo electo se revestirá con los demás hábitos episcopales y se arrodillará, y entonces se cantará o rezará el Veni, Creator Spiritus, empezando el Obispo Presidente, y alternando con él los Obispos y otras personas que estuvieren presentes, puestos de pie.
 

 

Veni, Creator Spiritus.

VEN, Santo Espíritu Creador,
Inflama el alma en santo amor.
Tú que eres celestial unción
E impartes septiforme don.

Con tu bendita unción nos das
Consuelo, vida, amor y paz.
Arde en perpetua claridad
Que alumbre nuestra ceguedad.

Aviva y vierte en nuestro ser
Tu gracia y celestial poder.
Ahuyenta al malo, y a nuestro hogar
Resguarda en paz y bienestar.

El Padre, el Hijo y de los dos
Tú el procedente, al Trino Dios;
Haz que podamos comprender,
Y un canto eterno así ofrecer:
    Gloria al Padre, al Hijo honor,
    Y al Santo Espíritu loor. Amén.

O éste.

OH, tú precioso Espíritu divino
Santo Consolador,
Dios, con el Padre e Hijo, Uno y Trino,
Dios de Paz y de Amor.

Eres la Fuente y Manantial constante
De gozo bienhechor:
El amor dulce, el fuego deslumbrante,
La espiritual Unción.

De la Iglesia de Cristo tus mil dones
Sostén y apoyo son:
La Ley trazas en fieles corazones
Cual dedo del Señor.

En la aflicción, en el pesar y el duelo,
Eres consolación.
Inestimable don que desde el cielo
Nos concede el Señor.

Y pues que nuestro Jefe eres amado,
Haz que en toda ocasión
Escapemos las redes del pecado
Y huyamos del error.
Amén.

Terminado esto, el Obispo Presidente dirá,

        Señor, oye nuestra oración.
Resp. Y llegue a ti nuestro clamor.

Oremos.

DIOS Todopoderoso, y Padre misericordiosísimo, que, por tu infinita bondad, nos diste a tu único y muy amado Hijo Jesucristo, para que fuese nuestro Redentor, y el Autor de la vida eterna; quien, habiendo consumado nuestra redención por su muerte, y después de su ascensión a los cielos, derramó abundantemente sus dones sobre los hombres, constituyendo a unos, Apóstoles; a otros, Profetas; a otros, Evangelistas; a otros, Pastores y Doctores, para la edificación y perfección de su Iglesia; Concede, te suplicamos, a este tu siervo, tal gracia, para que siempre esté dispuesto a proclamar tu Evangelio, las buenas nuevas de nuestra reconciliación contigo, por doquiera, y para que use la autoridad que se le concede, no para destrucción, sino para salvación; no para dañar, sino para socorrer: de modo que, cual siervo fiel y prudente dé a su debido tiempo a tu familia lo que le corresponde, y que obtenga al fin el gozo sempiterno; mediante Jesucristo nuestro Señor, que contigo y el Espíritu Santo es un solo Dios que vive y reina, por los siglos de los siglos. Amén.

Después el Obispo Presidente, y los otros Obispos presentes, impondrán las Manos sobre la Cabeza del Obispo Electo, que estará arrodillado delante de ellos, y el Obispo Presidente dirá,

RECIBID el Espíritu Santo, para el Oficio y Obra de Obispo en la Iglesia de Dios, que ahora se os confiere por la Imposición de nuestras manos; En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. Y recordad que tenéis que despertar la gracia de Dios que os es dada por esta Imposición de nuestras manos; porque Dios no nos ha dado el espíritu de temor, sino el de poder, y de amor, y de cordura.

Entonces el Obispo Presidente le entregará la Biblia, diciendo,

DAD atención a la lectura, exhortación y doctrina. Meditad en lo que este Libro contiene. Procurad con esmero que vuestros progresos en ella sean manifiestos a todos los hombres: pues que haciendo esto, os salvaréis a vos mismo y a los que os escucharen. Sed pastor del rebaño de Cristo, no lobo, apacentad sus ovejas, y no las devoréis. Sostened a las débiles, curad a las enfermas, vendad a las quebrantadas, atraed a las desvalidas, buscad a las extraviadas. Sed misericordioso a fin de que no seáis remiso: administrad disciplina, sin olvidar la misericordia, para que cuando vuelva el gran Pastor recibáis la corona inmarcesible de gloria; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Entonces el Obispo Presidente continuará el Oficio de la Santa Comunión, y tanto él como el Obispo nuevamente consagrado, y los otros Obispos comulgarán.

Inmediatamente antes de la Bendición, se dirá la siguiente Oración.

PADRE misericordiosísimo, suplicámoste que derrames sobre este tu siervo tu bendición celestial; y de tal modo llénalo de tu Espíritu Santo, que al predicar tu Palabra, no solamente sea diligente para amonestar, suplicar y reprender, con toda paciencia y doctrina; sino que sea también un ejemplo saludable para los fieles, en palabra, en conducta, en caridad, en fe, en castidad y en pureza; para que terminada felizmente su carrera, reciba en el último día la corona de justicia preparada por el Señor Jesús, el Juez justo, que contigo y el mismo Espíritu Santo es un solo Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

LA Paz de Dios, que excede a todo entendimiento, guarde vuestros corazones y mentes en el conocimiento y amor de Dios, y de su Hijo Jesucristo nuestro Señor: Y la Bendición de Dios Omnipotente, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sea con vosotros, y more con vosotros eternamente. Amén.



 

Letanía para las Ordenaciones

OH Dios Padre,
    Ten misericordia de nosotros.
Oh Dios Hijo,
    Ten misericordia de nosotros.
Oh Dios Espíritu Santo,
    Ten misericordia de nosotros.
Oh Santa Trinidad, un Dios,
    Ten misericordia de nosotros.

TE suplicamos nos oigas, buen Señor; y que te dignes conceder paz a todo el mundo, y a tu Iglesia;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.
    Que te dignes santificar y bendecir a tu Iglesia por todo el mundo;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.
    Que te dignes inspirar en todos los Obispos, Presbíteros y Diáconos, amor hacia ti y tu verdad;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.
    Que te dignes dotar a todos los Ministros de tu Iglesia con devoción a tu gloria y a la salvación de las almas;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.

Aquí, en la Ordenación de Diáconos o de Presbíteros se dirá,

    Que te dignes bendecir a estos tus siervos, que ahora van a ser admitidos a la Orden de Diáconos (o Presbíteros), y derramar tu gracia sobre ellos; para que puedan debidamente ejercer su Oficio para la edificación de tu Iglesia y la gloria de tu Santo Nombre;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.

Aquí, en la Consagración de un Obispo se dirá,

    Que te dignes bendecir a este nuestro hermano electo, y enviar sobre él tu gracia, para que pueda debidamente ejercer el Oficio al cual es llamado, para la edificación de tu Iglesia, y honor, alabanza y gloria de tu Nombre;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.
    Que te dignes guiar, por medio de tu Espíritu morando en ellos, a todos los que llamas al Ministerio de tu Iglesia; para que puedan seguir adelante con valor, y perseverar hasta el fin;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.
    Que te dignes aumentar el número de Ministros en tu Iglesia, para que el Evangelio sea predicado a todos los pueblos;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.
    Que te dignes apresurar el cumplimiento de tu propósito, para que tu Iglesia sea una;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.
    Que te dignes conceder que nosotros, con todos tus santos, seamos partícipes de tu reino eterno;
    Suplicámoste nos oigas, buen Señor.

Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.

PADRE nuestro, que estás en los cielos, Santificado sea tu Nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, Así en la tierra como en los cielos. El pan nuestro de cada día, dánosle hoy. Y perdónanos nuestras deudas, Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, Mas líbranos de mal. Amén.

    Ministro. Oye nuestra voz, oh Señor, cuando clamamos a ti;
    Resp. Ten misericordia de nosotros y óyenos.
    Ministro. Oh Señor, levántate, auxílianos;
    Resp. Y líbranos por amor de tu Nombre.
    Ministro. Sean tus Sacerdotes revestidos de justicia;
    Resp. Y canten tus santos con alegría.
    Ministro. Señor, oye nuestra oración.
    Resp. Y llegue a ti nuestro clamor.

Oremos.

OH Dios, que siempre santificas y protejes a tu Iglesia; Levanta en ella, mediante tu Espíritu, buenos y fieles mayordomos de los misterios de Cristo, para que por su ministerio y ejemplo tu pueblo pueda permanecer en tu favor y ser guiado en el camino de la verdad; mediante Jesucristo nuestro Señor, que en unidad vive y reina contigo y el mismo Espíritu siempre, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Litany for Ordinations

 

Web author: Charles Wohlers U. S. EnglandScotlandIrelandWalesCanadaWorld