The Book of Common Prayer
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    Libro de Oración Común
The Book of Common Prayer in Spanish (1928)

 

Oficio de Entierros
 

El Oficiante recibiendo el cadáver, y caminando delante de él, a la Iglesia, o hacia el sepulcro, dirá o cantará.

YO soy la resurrección, y la vida, dice el Señor: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá; y todo aquel que vive, y cree en mí no morirá eternamente.
    Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo: y después de deshecho este mi cuerpo, aún he de ver a Dios: al cual yo tengo de ver por mí, y mis ojos lo verán, y no otro.
    Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. El SEÑOR dió, y el SEÑOR quitó; bendito sea el Nombre del SEÑOR.

Después que llegaren a la Iglesia, será dicha o cantada una o todas las Selecciones siguientes tomadas de los Salmos. El Gloria Patri puede ser omitido excepto al fin de la porción entera o selección del Salterio.

Dixi, custodiam. Salmo xxxix.

HAZME saber, OH SEÑOR, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; * sepa yo cuánto tengo de ser del mundo.
    He aquí diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti: * ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive.
    Ciertamente en tinieblas anda el hombre; * ciertamente en vano se inquieta: junta y no sabe quién lo allegará.
    Y ahora, Señor, ¿ qué esperaré? * Mi esperanza está enti.
    Líbrame de todas mis rebeliones; * no me pongas por escarnio del insensato.
    Con castigos sobre el pecado corriges al hombre, y haces consumirse como de polilla su grandeza: * ciertamente vanidad es todo hombre.
    Oye mi oración, OH SEÑOR, y escucha mi clamor; * no calles a mis lágrimas; porque peregrino soy para contigo, y advenedizo como todos mis padres.
    Déjame, y tomaré fuerzas, * antes que vaya y perezca.

Domine, refugium. Salmo xc.

SEÑOR, tú nos has sido refugio * en generación y en generación.
    Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, * y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
    Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, * Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.
    Porque mil años delante de tus ojos, son como el día de ayer, que pasó, * y como una de las vigilias de la noche.
    Háceslos pasar como avenida de aguas; son como sueño; * como la hierba que crece en la mañana:
    En la mañana florece y crece; * a la tarde es cortada, y se seca.
    Porque con tu furor somos consumidos, * y con tu ira somos conturbados.
    Pusiste nuestras maldades delante de ti, * nuestros yerros a la luz de tu rostro.
    Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; * acabamos nuestros años como un pensamiento.
    Los días de nuestra edad son setenta años; que si en los más robustos son ochenta años, * con todo su fortaleza es molestia y trabajo; porque es cortado presto, y volamos.
    Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, * que traigamos al corazón sabiduría.

Dominus illuminatio. Salmo xxvii.

EL SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿ de quién temeré?: * el SEÑOR es la fortaleza de mi vida; ¿ de quién he de atemorizarme?
    Una cosa he demandado al SEÑOR; ésta buscaré: * Que esté yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR, y para inquirir en su templo.
    Porque El me esconderá en su tabernáculo en el día del mal: * ocultaráme en lo reservado de su pabellón; pondráme en alto sobre una roca.
    Y luego ensalzará mi cabeza: * sobre mis enemigos en derredor de mí.
    Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo: * cantaré y salmearé al SEÑOR.
    Oye, OH SEÑOR, mi voz con que a ti clamo: * y ten misericordia de mí, respóndeme.
    Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro: * tu rostro buscaré, OH SEÑOR.
    No escondas tu rostro de mí: * no apartes con ira a tu siervo.
    Mi ayuda has sido: * no me dejes, y no me desampares, Dios de mi salvación.
    Hubiera yo desmayado: * si no creyese que tengo de ver la bondad del SEÑOR en la tierra de los vivientes.
    Aguarda al SEÑOR: * esfuérzate, y aliéntese tu corazón: sí, espera al SEÑOR.
 

The Order for Burial

Deus noster refugium. Salmo xlvi.

DIOS es nuestro amparo y fortaleza: * nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
    Por tanto no temeremos aunque la tierra sea removida: * aunque se traspasen los montes al corazón de la mar;
    Bramarán, turbaránse sus aguas: * temblarán los montes a causa de su braveza.
    Del río sus conductos alegrarán la ciudad de Dios: * el santuario de las tiendas del Altísimo.
    Dios está en medio de ella, no será conmovida: * Dios la ayudará al clarear la mañana.
    Estad quietos, y conoced que yo soy Dios: * ensalzado he de ser entre las gentes, ensalzado seré en la tierra.
    El SEÑOR de los ejércitos es con nosotros: * nuestro refugio es el Dios de Jacob.

Levavi oculos. Salmo cxxi.

ALZARE mis ojos a los montes; * ¿ de dónde vendrá mi socorro?
    Mi socorro viene del SEÑOR; * que hizo los cielos y la tierra.
    No dará tu pie al resbaladero; * ni se dormirá el que te guarda.
    He aquí, no se adormecerá ni dormirá * el que guarda a Israel.
    El SEÑOR es tu guardador; * El SEÑOR es tu sombra a tu mano derecha.
    El sol no te fatigará de día, * ni la luna de noche. El SEÑOR te guardará de todo mal: * El guardará tu alma.
    El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada, * desde ahora y para siempre.

De profundis. Salmo cxxx.

DE los profundos, OH SEÑOR, a ti clamo: * Señor, oye mi voz.
    Estén atentos tus oídos; * a la voz de mi súplica. SEÑOR, si Tú mirares a los pecados; * ¿ quién, oh Señor, podrá mantenerse?
    Empero hay perdón cerca de ti; * para que seas temido. Esperé yo al SEÑOR; esperó mi alma: * en su palabra he esperado.
    Mi alma espera al Señor más que los centinelas a la mañana, * más que los vigilantes a la mañana.
    Espere Israel, al SEÑOR, porque en el SEÑOR hay misericordia; * y abundante redención con El.
    Y El redimirá a Israel * de todos sus pecados.

Entonces seguirá la Lección, tomada del Capítulo quince de la primera Epístola de San Pablo a los Corintios.

1 Cor. xv. 20.

MAS ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. Mas cada uno en su orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin; cuando entregará el reino a Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad. Porque es menester que El reine, hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte. Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas a él, claro está exceptuado aquel que sujetó a El todas las cosas. Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó a El todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos. Mas dirá alguno: ¿ Cómo resucitarán los muertos? ¿ Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muriere antes. Y lo que siembras, no siembras el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, acaso de trigo, o de otro grano: Mas Dios le da el cuerpo como quiso, y a cada simiente su propio cuerpo. Toda carne no es la misma carne; mas una carne ciertamente es la de los hombres, y otra carne la de los animales, y otra la de los peces, y otra la de las aves. Y cuerpos hay celestiales, y cuerpos terrestres; mas ciertamente una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrestres. Otra es la gloria del sol, y otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas: porque una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, se levantará en incorrupción; se siembra en vergüenza, se levantará con gloria; se siembra en flaqueza, se levantará con potencia; se siembra cuerpo animal, resucitará espiritual cuerpo. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. Así también está escrito: Fué hecho el primer hombre Adán en ánima viviente; el postrer Adán en espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial. Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados, en un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. ¿ Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿ dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley. Mas a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano.
 

 

O ésta.

Rom. viii. 14.

PORQUE todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; mas habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: Abba, Padre. Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos de Cristo; si empero padecemos juntamente con El, para que juntamente con El seamos glorificados. Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada. Porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios. Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados. ¿ Pues qué diremos a esto? Si Dios por nosotros, ¿ quién contra nosotros? El que aun a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿ cómo no nos dará también con El todas las cosas? ¿ Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿ Quién nos apartará del amor de Cristo? tribulación? o angustia? o persecución? o hambre? o desnudez? o peligro? o cuchillo? Antes, en todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

O éste.

S. Juan xiv. i.

JESUS dijo: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera os lo hubiera dicho. Voy pues a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis adónde yo voy; y sabéis el camino. Dícele Tomás: Señor, no sabemos adónde vas: ¿ cómo pues podemos saber el camino? Jesús le dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.

Aquí puede ser cantado un Himno o Antífona; y a discreción del Ministro, se dirá el Credo, el Padre Nuestro, la Oración que sigue y tales Oraciones propias que se encuentran en este Libro, terminando con la Bendición; diciendo el Ministro, antes de las Oraciones,

  El Señor sea con vosotros.
Resp. Y con tu espíritu.

Oremos.

ACUERDATE de tu siervo, oh Señor, según el favor que muestras hacia tu pueblo, y concede que, creciendo en conocimiento y amor a ti, pueda ir ascendiendo de fortaleza en fortaleza, en la vida de perfecto servicio, en tu reino celestial; mediante Jesucristo nuestro Señor, que contigo y el Espíritu Santo, es siempre un solo Dios y vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

ALA bondadosa misericordia y protección de Dios os encomendamos. El SEÑOR os bendiga y os guarde. El SEÑOR haga resplandecer su faz sobre vosotros, y os sea propicio. El SEÑOR dirija su rostro a vosotros, y os dé paz, ahora y por siempre. Amén.

 

 

JUNTO AL SEPULCRO.

Cuando llegan al Sepulcro, mientras el cadáver es preparado para ser enterrado, se dirá o cantará,

EL hombre nacido de mujer, corto de días, y harto de sinsabores: que sale como una flor y es cortado; y huye como la sombra, y no permanece.
    En medio de la vida estamos en muerte; ¿ a quién acudiremos por socorro, sino a ti, oh Señor, que estás indignado justamente por nuestros pecados?
    Con todo eso, oh Señor Dios Santísimo, oh Poderosísimo Señor, oh santo y muy misericordioso Salvador, no nos entregues a las amargas penas de la muerte eterna.
    Tú conoces, Señor, los secretos de nuestros corazones; no cierres tus misericordiosos oídos a nuestro ruego; mas perdónanos, oh Señor Santísimo, Dios todopoderoso, santo y misericordioso Salvador, dignísimo y eterno Juez, y no permitas nos apartemos de ti en la hora extrema por muchos que sean los dolores de la muerte.

O éste.

TODO lo que el Padre me da, vendrá a mí: y al que a mí viene, no le echo fuera.
    El que levantó a Jesús de entre los muertos: vivificará también nuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en nosotros.
    Alegróse por tanto mi corazón, y se gozó mi gloria: también mi carne reposará segura.
    Me mostrarás la senda de la vida; hartura de alegrías hay con tu rostro; deleites en tu diestra para siempre.

Entonces, mientras cae la tierra sobre el cadáver, el Ministro dirá,

AL Dios Todopoderoso encomendamos el alma de nuestro difunto hermano, y entregamos su cuerpo a la tierra; tierra a tierra, ceniza a ceniza, polvo a polvo; en esperanza segura y cierta de la resurrección a la vida eterna, mediante nuestro Señor Jesucristo; a cuya venida en gloriosa majestad, para juzgar el mundo, la tierra y el mar darán sus muertos; y los cuerpos corruptibles de los que duermen en El, serán transformados y hechos semejantes a su glorioso cuerpo, según la obra poderosa por la cual puede sujetar a sí mismo todas las cosas.

Después se dirá o cantará,

OI una voz del cielo, que me decía: Escribe: Bienaventurados los muertos, que de aquí adelante mueren en el Señor: Sí, dice el Espíritu, que descansarán de sus trabajos.

Luego el Ministro dirá,

  El Señor sea con vosotros.
Resp. Y con tu espíritu.

Oremos.

Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.

PADRE nuestro, que estás en los cielos, Santificado sea tu Nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, Así en la tierra como en los cielos. El pan nuestro de cada día, dánosle hoy. Y perdónanos nuestras deudas, Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, Mas líbranos de mal. Amén.
 

At the Grave

Entonces el Ministro dirá una o más de las Oraciones siguientes, según le pareciere.

OH Dios, cuyas misericordias no pueden ser enumeradas; Acepta nuestras plegarias en favor del alma de nuestro difunto hermano, y concédele entrada en la mansión de luz y gozo en la comunión de tus santos; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

DIOS Todopoderoso, con quien viven los espíritus de los que mueren en el Señor, y con quien las almas de los fieles, después que son libradas del peso de la carne, están en gozo y felicidad; Te damos cordiales gracias por los buenos ejemplos de todos tus siervos, que, habiendo terminado en la fe su vida en la tierra, descansan ahora de sus trabajos. Y te suplicamos, que nosotros, con todos los que han partido en la fe verdadera de tu Santo Nombre, obtengamos nuestra perfecta consumación y felicidad en cuerpo y alma, en tu eterna y sempiterna gloria; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

DIOS misericordioso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es la Resurrección y la Vida; en quien cualquiera que cree, vivirá, aunque muera; y cualquiera que vive, y cree en El, no morirá eternamente; quien asimismo nos ha enseñado, por su santo Apóstol San Pablo, que no nos contristemos, como hombres sin esperanza, por los que duermen en El; Nosotros humildemente te suplicamos, oh Padre, nos resucites a todos nosotros de la muerte del pecado a la vida de la justicia; de modo que cuando partamos de esta vida, reposemos en El; y que en la Resurrección general, el último día, nos encontremos aceptables a tus ojos; y recibamos aquella bendición, que tu amado Hijo dirigirá entonces a todos los que te aman y temen: Venid, hijos benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde el principio del mundo. Concede esto, suplicámoste, oh Padre misericordioso, por Jesucristo, nuestro Mediador y Redentor. Amén.

EL Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran Pastor de las ovejas, por la sangre del eterno pacto; Os haga perfectos en toda buena obra para hacer su voluntad, efectuando en vosotros 'lo que es agradable en su presencia; mediante Jesucristo, a quien sea dada gloria por siempre jamás. Amén.

El Ministro, según le pareciere, puede también usar cualquiera de las Oraciones siguientes antes de la Bendición final.

OMNIPOTENTE Dios, Dios de los espíritus que moran en la carne, que por medio de una voz del cielo proclamaste: Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor; Multiplica, suplicámoste, para aquellos que descansan en Jesús, las muchas bendiciones de tu amor, a fin de que la buena obra que Tú empezaste en ellos sea perfeccionada para el día de Jesucristo. Y por tu misericordia, concede, oh Padre celestial, que nosotros, que ahora te servimos aquí en la tierra, podamos al fin, juntos con ellos, ser hallados dignos de participar de la herencia de los santos en luz; por amor del mismo tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

PADRE misericordiosísimo, que te has dignado llevarte el alma de este tu siervo (o este niño); Otorga a los que aún estamos en nuestra peregrinación, y que aún caminamos por fe, que habiéndote servido con perseverancia en la tierra, nos reunamos después con tus benditos Santos en la gloria eterna; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

OH Señor Jesucristo, que por tu muerte quitaste el aguijón de la muerte; Concede que nosotros tus siervos sigamos con fe el camino que nos has enseñado, para que al fin durmamos apaciblemente en ti, y despertemos a tu semejanza; por medio de tu misericordia, que siendo un solo Dios, con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

DIOS Todopoderoso y eterno, te damos las más cordiales gracias y te alabamos de corazón, por la admirable gracia y virtud declarada en todos tus santos, que han sido los vasos escogidos de tu gracia, y las luces del mundo en sus varias generaciones; suplicándote humildemente nos des tu gracia para seguir el ejemplo de su firmeza en tu fe, y obediencia a tus santos mandamientos, para que el día de la Resurrección general, nosotros, con todos aquellos que son del cuerpo místico de tu Hijo, podamos sentarnos a su diestra, y escuchar su muy gozosa voz: Venid, vosotros benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Concédenos esto, oh Padre; por amor de Jesucristo, nuestro único Mediador y Abogado. Amén.

En consideración a que algunas veces puede ser expedito el decir dentro de la Iglesia el todo o parte del servicio designado para ser dicho en la Fosa, se permite esto por causas mayores.

¶ NÓTESE que este Oficio es propio para ser usado solamente para con los fieles muertos en Cristo, con tal que en cualquiera otra circunstancia el Ministro pueda, a discreción suya, usar parte de este Oficio, o tales devociones tomadas de otras partes de este Libro, que fueran del caso.

 

 

Para Sepelios en el Mar.

El mismo Oficio puede ser usado, pero en la Sentencia al sumergir el cadáver, el Ministro dirá,

AL Dios Todopoderoso encomendamos el alma de nuestro difunto hermano, y entregamos su cuerpo a las, profundidades, en esperanza segura y cierta de la Resurrección a la vida eterna, mediante nuestro Señor Jesucristo; a cuya venida en gloriosa majestad para juzgar al mundo, el mar dará sus muertos y los cuerpos corruptibles de los que duermen en El, serán transformados y hechos semej antes a su glorioso cuerpo; según la obra poderosa por la cual puede sujetar a si mismo todas las cosas.


 

Burial at Sea

ENTIERRO DE UN NIÑO.

El Ministro recibe el cadáver, y caminando delante de él, entra en la Iglesia o se dirige hacia el Sepulcro diciendo,

YO soy la resurrección y la vida, dice el Señor: el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá: y todo aquel que vive, y cree en mí, no morirá eternamente.

JESUS los llamó hacía sí y dijo, Dejad a los niños y no les impidáis de venir a mí: porque de los tales es el reino de los cielos.

COMO pastor apacentará su rebaño: en su brazo cogerá a los corderos, y en su seno los llevará.

Cuando han llegado a la Iglesia se dirán los Salmos siguientes; y al fin de cada Salmo se dirá el Gloria Patri.

Dominus regit me. Salmo xxiii.

EL SEÑOR es mi pastor; * nada me faltará.
    En lugares de delicados pastos me hará yacer: * junto a aguas de reposo me pastoreará.
    Confortará mi alma; * guiaráme por sendas de justicia por amor de su Nombre.
    Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno; * porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
    Aderezarás mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores: * ungiste mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
    Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida: * y en la casa del SEÑOR moraré por largos días.

Levavi oculos. Salmo cxxi.

ALZARE mis ojos a los montes, * ¿ de dónde vendrá mi socorro?
    Mi socorro viene del SEÑOR, * que hizo los cielos y la tierra.
    No dará tu pie al resbaladero: * ni se dormirá el que te guarda.
    He aquí no se adormecerá ni dormirá, * el que guarda a Israel.
    El SEÑOR es tu guardador: * el SEÑOR es tu sombra a tu mano derecha.
    El sol no te fatigará de día, * ni la luna de noche.
    El SEÑOR te guardará de todo mal: * El guardará tu alma.
    El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada, * desde ahora y para siempre.

Entonces seguirá la Lección de S. Mat. xviii.

EN aquel tiempo se llegaron los discípulos a Jesús diciendo: ¿ Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, le puso en medio de ellos, y dijo, De cierto os digo, que si no os volviereis y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que recibiere a un tal niño en mi Nombre a mí recibe. Mirad no tengáis en poco a alguno de estos pequeños; porque os digo, que sus ángeles en los cielos ven siempre la faz de mi Padre que está en los cielos.

Aquí puede cantarse un Himno o Antífona; y el Ministro dirá,

  El Señor sea con vosotros.
Resp. Y con tu espíritu.

Oremos.

Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
 

Burial of a Child

Entonces será dicho por el Ministro y demás personas,

PADRE nuestro que estás en los cielos, Santificado sea tu Nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, Así en la tierra, como en los cielos. El pan nuestro de cada día, dánosle hoy. Y perdónanos nuestras deudas, Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, Mas líbranos de mal. Amén.

Ministro. Bienaventurados los de limpio corazón;
Resp. Porque ellos verán a Dios.
Ministro. Bendito sea el Nombre del Señor;
Resp. Desde ahora y para siempre.
Ministro. Señor, oye nuestra oración.
Resp. Y llegue a ti nuestro clamor.

Aquí se dirán las Oraciones que siguen, o cualquiera de las Oraciones propias de este Libro.

PADRE Misericordiosísimo, cuya faz los ángeles de los pequeñuelos constantemente contemplan en el cielo; Concede que creamos firmemente que este tu hijo ha sido recogido en la santa custodia de tu eterno amor; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

PADRE Omnipotente y misericordioso, que concedes a los niños amplia entrada en tu reino; Concédenos gracia para conformar nuestras vidas a su inocencia y perfecta fe, de manera que al fin, unidos con ellos, podamos estar en tu presencia en gozo perfecto; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

LA gracia de nuestro Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo, sea con todos nosotros por siempre jamás. Amén.

Cuando han llegado al sepulcro deberá decirse o cantarse,

JESUS dijo a sus discípulos, También, pues, vosotros ahora ciertamente tenéis tristeza: mas otra vez os veré, y se gozará vuestro corazón, y nadie quitará de vosotros vuestro gozo.

Mientras echan tierra sobre el cadáver, el Ministro dirá,

EN esperanza segura y cierta de la Resurrección a la vida eterna mediante nuestro Señor Jesucristo, nosotros entregamos el cuerpo de este niño a la tierra. El SEÑOR lo bendiga y lo guarde, el SEÑOR haga resplandecer su faz sobre él y le sea propicio, el SEÑOR dirija a él su rostro, y le dé paz, ahora y por siempre.

Entonces se dirá o cantará,

POR esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos.
    No tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni otro ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.

Entonces dirá el Ministro,

  El Señor sea con vosotros.
Resp. Y con tu espíritu.

Oremos.

OH Dios, cuyo muy querido Hijo tomó niños en sus brazos y los bendijo; Dános gracia, te suplicamos, para confiar el alma de este niño a tu perenne cuidado y amor, y condúcenos a tu reino celestial; mediante tu mismo Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amén.

DIOS Omnipotente, Padre de misericordias y dador de todo consuelo; Atiende con clemencia, te suplicamos, a todos los dolientes, para que, confiando sus pesares a ti, puedan comprender la consolación de tu amor; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

QUE el Dios Omnipotente, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, os bendiga y os guarde, ahora y por siempre. Amén.

 

 

Web author: Charles Wohlers U. S. EnglandScotlandIrelandWalesCanadaWorld