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    Liturgia
de la Iglesia Española Reformada Episcopal (1954)

 

Oficio de Sepultura

pura adultos


El siguiente Oficio está preparado para el sepelio de los que en vida y hasta su muerte han hecho profesión de Cristianos.

Por tanto, no debe usarse en el entierro de los Adultos que mueren sin haber recibido el Bautismo; ni de los que voluntariamente se suicidan; ni de los que han dado en su vida y muerte pruebas inequívocas de que no creían en Cristo.—En tales casos, si el Ministro, por razón de las circunstancias, hubiere de intervenir en el entierro, podrá usar cualquiera porción o modificación de este Oficio que no pugne con la verdad de los hechos.


Burial of the Dead

for adults

El Ministro dé principio diciendo:

    EN el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
    R. Amén.
    V. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado.
    R. Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

Luego, lea las siguientes SENTENCIAS:

    NADA hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
    El Señor lo dió, el Señor lo ha quitado: bendito sea el nombre del Señor.
    Yo sé que vive mi Redentor, y que al fin se levantará mi cuerpo sobre el polvo; y después de deshecha ya esta mi piel, aún he de ver en mi carne a mi Dios; al cual yo tengo de ver por mí, y mis ojos lo verán, y no otro.
    El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos.

Y si hay tiempo, léase también o cántese, el SALMO 39 o el SALMO 90.

Llegados cerca de la sepultura, cántese o léanse los siguientes TEXTOS:

    No ignoréis, hermanos, acerca de los que duermen, porque no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.
    Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús.
    Nuestra vivienda es en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.

Y el Ministro diga:

    No entres, oh Señor, en juicio con tus siervos, porque ningún hombre se justificará delante de ti, a no ser por la justicia de Cristo, que siendo él justo murió por los injustos. Por tanto, te rogamos que eximas del juicio a los que a ti nos allegamos con verdadera fe cristiana; y nos socorras con tu gracia, para que seamos libres de condenación los que. en esta vida. ños escudamos bajo el nombre inefable de la Trinidad santísima.
    R. Amén.
    V. Por tu misericordia, oh Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.
 

Initial sentences, Psalm and prayer

Luego el Ministro lea la porción o porciones que crea más oportunas de la Lección que sigue:

    LECCIÓN de la Epístola primera a los Corintios. (Cap. XV.)
    Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Pues por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo serán todos vivificados. Mas cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida; luego el fin; cuando entregará el reino a Dios y el Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia, y toda potestad. Porque es menester que él reine, hasta poner todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte. Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas a él, claro está exceptuado aquel que sujetó a él todas las cosas. Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos. (Versos 20 a 28.)

    Mas dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras, no. se vivifica, si no muriere antes. Y lo que siembras, no siembras el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, acaso de trigo, o de otro. Mas Dios le da el cuerpo como quiso, y a cada simiente su propio cuerpo... Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción; se levantará en incorrupción: se siembra en vergüenza; se levantará en gloria: se siembra en flaqueza; se levantará en potencia: se siembra cuerpo animal; resucitará espiritual cuerpo. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. (Versos 35 a 38 y 42 a 44.)

    Así también está escrito: Fué hecho el primer hombre Adam en ánima viviente; el postrer Adam, en espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terreno; el segundo hombre, que és el Señor, es del cielo. Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial. Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción. (Versos 45 a 50.)

    He aquí os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos; mas todos seremos transformados, en un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta: porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción; y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido ,de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. (Versos 51 a 54.)

    ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿dónde, oh muerte, tu aguijón? Ya que el aguijón de. la muerte es el pecado, y la potencia del pecado la ley. Mas a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo. Así que, hermanos muy amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano. (Versos 55 a 58.)

Mientras introducen el cadáver en la sepultura, lea el Ministro lo siguiente:

    HOMBRE que es nacido de mujer, vive breve tiempo y lleno de miseria. Brota como flor y es cortado, y huye como sombra y nunca permanece en un estado.
    En medio de la vida estamos en muerte: ¿a quién acudiremos por socorro, sino a ti, oh Señor? Tú eres Dios de bondad y misericordia: ten piedad de nosotros, y no nos entregues a las amargas penas de muerte eterna.

Mientras algunos de los circunstantes echan tierra sobre el cadáver, el Ministro diga:

    HABIÉNDOSE dignado el omnipotente Dios sacar de este mundo el alma de nuestro hermano ahora difunto, nosotros encomendamos su cuerpo a la tierra: tierra a tierra, ceniza a ceniza, polvo a polvo; con la esperanza segura de la resurrección - a vida eterna, mediante nuestro Señor Jesucristo; el cual transformará nuestro vil cuerpo, para que sea semejante a su glorioso cuerpo, según la obra poderosa por la cual puede sujetar a Sí mismo todas las cosas.
 

1 Corinthians 15
Luego cántese o léase esta ANTÍFONA:

    Oí una voz del cielo que me decía: Escribe:
    Bienaventurados los muertos que de aquí adelante mueren en el Señor.
    También dice el Espíritu, que descansan de sus trabajos; y sus obras les siguen.

Después diga el Ministro:

    LECCIÓN del santo Evangelio, según Juan [XI. 25, 26]:
    En aquel tiempo dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mi, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mi, no morirá eternamente.

    V. El Señor sea siempre con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Oremos al Redentor del mundo, nuestro Señor Jesucristo, y con toda suplicación le roguemos, que se digne propicio conservarnos en su gracia, hasta que seamos por él unidos al ejército de los bienáventurados.
    R. Concédenos esto, Dios eterno y omnipotente.

Todos:

SEÑOR, apiádate de nosotros.
Cristo, apiádate de nosotros.
Señor, apiádate de nosotros.
Padre nuestro, etc.— R. Amén.

El Ministro diga:

    LÍBRANOS del mal y confírmanos en tu temor con toda obra buena, oh Trinidad, Dios nuestro, que eres bendito y - vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.
    V. Dios todopoderoso, con quien viven los espíritus de los que mueren en el Señor, y con quien las almas de los fieles, después que son libradas de la carga de la carne, están en gozo y felicidad. Bendecimos tu santo nombre por todos tus siervos que han partido de esta vida en tu fe y temor; te damos gracias porque en tu misericordia libras a su tiempo de las miserias de este mundo a tus redimidos; - y te suplicamos nos concedas que nosotros, con todos tus santos, tengamos nuestra perfecta consumación y dicha, en cuerpo y alma, en tu eterna y sempiterna gloria. Mediante Jesucristo nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. ¡Oh misericordioso Jesús, que llorando junto al sepulcro de Lázaro, mostraste que simpatizas con el dolor humano! Te suplicamos que estés presente con los que lloran en este día. Consuélalos en sus aflicciones, dales resignación a tu voluntad, y finalmente, cuando ellos también mueran para este mundo, concédeles que vivan para ti, que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
    R. Amén.
    V. ¡Oh Dios, que das la vida y la quitas, conforme a tu voluntad! Rogámoste humildemente que mires con misericordia a aquel de nosotros aquí presentes, que haya de ser el primero a quien arrebate la mano de la muerte. Dale gracia para que medite muy seriamente acerca. de su fin postrero, y se prepare a obedecer tu llamamiento; por Jesucristo nuestro Salvador.
    R. Amén.
    V. Hermanos, inclináos a la bendición.
    El Señor sea siempre con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Bendíganos el Señor, y dígnese propicio santificarnos.
    R. Amén.
    V. Fortalezca nuestra fe con las promesas de los dones celestiales, y nutra nuestra esperanza con el incremento de los espirituales goces.
    R. Amén.
    V. Y glorifíquenos con el galardón de la eternidad, el que se ha dignado redimirnos con el precio infinito de su sangre.
    R. Amén.
    V. Por la misericordia del mismo Dios nuestro, que es bendito y vive y gobierna todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Y concluya diciendo:

    RETIRÉMONOS en paz, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. — Amén.


El Ministro puede abreviar este Oficio, si las circunstancias lo requieren.

Puede hacer una Plática si lo considera oportuno, después de la Lección del Evangelio, o antes de la Bendición.

Puede también hacer cantar algún Himno, cuando le plazca, durante el Oficio.

Tenga presente el Ministro, que ha de inscribir la Partida del Sepelio en el Libro correspondiente.


 

 Antiphon, Gospel (John 11:25-26), and prayers

Oficio de Sepultura

para párvulos


El Ministro dé principio en la puerta del Cementerio, diciendo:

    EN el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
    R. Amén.
    V. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado.
    R. Al corazón contrito y humillado, no despreciarás tú, oh Dios.

Luego, precediendo al cadáver desde la puerta del cementerio hasta la sepultura, lea las siguientes SENTENCIAS:

    EL Señor lo dió, el Señor lo ha quitado: bendito sea el nombre del Señor.
    Ninguño de nosotros vive para sí; y ninguno muere para sí. Que si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, o que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
    Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.

Y si hay tiempo, léase también o cántese el SALMO 8.

Llegados cerca de la sepultura, cántense o léanse los siguientes TEXTOS:

    CUANDO se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,
    No por obras de justicia que nosotros hubiésemos hecho, mas por su misericordia nos salvó por el lavacro de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo;
    El cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, seamos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.

Y el Ministro diga:

    No entres, oh Señor, en juicio con tus siervos, porque ningún hombre se justificará delante de ti, a no ser por la justicia de Cristo, que siendo él justo murió por los- injustos. Por tanto, te rogamos que eximas del juicio a los que a ti nos allegamos con verdadera fe cristiana; y nos socorras con tu gracia, para que seamos libres de condenación los que en esta vida nos escudamos bajo el nombre inefable de la Trinidad santísima.
    R. Amén.
    V. Por tu misericordia, oh Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los ‘siglos.
    R. Amén.

Luego lea la porción de la Palabra, que sigue:

    LECCIÓN del Apocalipsis de Juan [VII. 9 a 17]:
    Después, de estas cosas, miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos, y clamaban a alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban alrededor del trono, y de los ancianos, y de los cuatro animales; y postráronse sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén: La bendición,' y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y la honra, y la potencia, y la fortaleza, sean a nuestro Dios para siempre jamás. Amén. Y respondió uno de los ancianos, diciendo:' Estos que están vestidos de vestiduras blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han venido de grande tribulación, y han lavado sus vestiduras, y las han, blanqueado en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. No tendrán más hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni otro ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a las fuentes vivas de las aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.

Mientras se da tierra al cadáver, lea el Ministro lo siguiente:

    Voz fué oída en Ramá, llanto y lloro amargo: Raquel, que lamenta por sus hijos, no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. Así ha dicho el Señor: Reprime tu voz del llanto, y tus ojos de las lágrimas; porque salario hay para tu obra, dice el Señor, y volverán de la tierra del enemigo.
    Esperanza también hay para tu fin, dice el Señor, y los hijos volverán a su término.

Luego cántese o léase esta Antífona:

    VENID, benditos de mi Padre.
    Heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
    Gloria y honor al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Después diga el Ministro:

    LECCIÓN del santo Evangelio según Marcós [x. 14 a 16]:
    En aquel tiempo dijo Jesús: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.
    V. El Señor sea siempre con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Oremos al Redentor del mundo, nuestro Señor Jesucristo, y con toda suplicación le roguemos, que se digne propicio conservarnos en su gracia, hasta que seamos por él unidos al ejército de los bienaventurados.
    R. Concédenos esto, Dios eterno y omnipotente.

Todos:

SEÑOR, apiádate de nosotros.
Cristo, apiádate de nosotros.
Señor, apiádate de nosotros.
Padre nuestro, etc. — R. Amén.

El Ministro diga:

    LÍBRANOS del mal y confírmanos en tu temor con toda obra buena, oh Trinidad, Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.
    ¡Oh Dios misericordioso, que en tu sabia providencia has dispuesto llamar a ti el alma de este niño! Suplicámoste humildemente nos concedas que podamos servirte con fidelidad en este mundo, para que al fin, con todos tus benditos hijos, gocemos en los cielos de la bienaventuranza eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. ¡Dios todopoderoso, que consuelas a los tristes y das fortaleza a los que sufren! Concede, te rogamos, a los siervos tuyos que hoy lloran por la muerte de este niño, una tranquila resignación a tu santa voluntad. Convierte su tristeza en bendición, haz que en su duelo aprendan espiritual sabiduría, y finalmente, cuando sea tu beneplácito llamarlos de este mundo, recíbelos en tu reino celestial; mediante Jesucristo nuestro Señor.
    R. Amén.
    V. ¡Oh Dios, que das la vida y la quitas; conforme a tu voluntad! Rogámoste humildemente que mires con misericordia a aquel de nosotros aquí presentes, que haya de ser el primero a quien arrebate la mano de la muerte. Dale gracia para que medite muy seriamente acerca de su fin postrero, y se prepare a obedecer tu llamamiento; por Jesucristo nuestro Salvador.
    R. Amén.
    V. Hermanos, inclináos a la bendición.
    El Señor sea siempre con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Bendíganos el Señor, y dígnese propicio santificarnos.
    R. Amén.
    V. Fortalezca nuestra fe con las promesas de los, dones celestiales ,y nutra nuestra esperanza con el incremento de los espirituales goces.
    R. Amén.
    V. Y glorifíquenos con el galardón de la eternidad, el que se ha dignado redimirnos con el precio infinito de su sangre.
    R. Amén.
    V. Por la misericordia del mismo Dios nuestro, que es bendito y vive y gobierna todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Y concluya diciendo:

    RETIRÉMONOS en paz, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.


El Ministro puede abreviar este Oficio, si las circunstancias lo requieren.

Puede hacer una Plática, si lo considera oportuno, después de la lección del Evangelio, o antes de la Bendición. Puede también hacer cantar algún Himno, cuando le plazca, durante el Oficio.

Tenga presente el Ministro, que ha de inscribir la Partida del Sepelio en el Libro correspondiente.

 Burial of Infants

 

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