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    Liturgia
de la Iglesia Española Reformada Episcopal (1954)

 

 
Oficio para la Natividad
de nuestro señor Jesucristo

Sígase el orden de los Oficios Matutino y Vespertino, con las variaciones siguientes:

Omítase la lectura de los Mandamientos por la mañana, y el Resumen de los Mandamientos por la tarde.

La EXHORTACIÓN, que precede a la Confesión de pecados, sea como sigue:

    HERMANOS muy amados: Si en todo tiempo debemos confesar nuestras faltas ante la majestad de nuestro Dios, hoy particularmente que nos hemos congregado para conmemorar los tesoros de su misericordia hacia nosotros y los profundos misterios de su amor divino, debemos postrarnos en su presencia e implorar su perdón, confesando todos nuestros pecados, con un corazón verdaderamente contrito. Por tanto, digámosle desde lo más íntimo de nuestras almas:
    Y siga la CONFESIÓN como en el Oficio ordinario.

¶ LAUDA propia:

    LA verdad brotará de la tierra. Aleluya.
    Y la justicia mirará desde los cielos. Aleluya. Aleluya.
    La misericordia y la verdad se encontrarán; la justicia y la paz se besarán.
    Gloria y honor al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Después del Salmo 95 (o del Salmo 23, si es por la tarde) léase uno o los dos Salmos 45, 85.

La primera Lección de la mañana es Isaías, VII, 10 a 15.

La segunda Lección de la mañana, y la Lección de la tarde, son: Lucas, II. 1 a 14, y Juan, I. i a 14; a elección del Ministro.

Los Cánticos son: para la mañana el de Zacarías, núm. 31; y para la tarde el de María, número 32.

¶ SUPLICACIÓN propia:

    OREMOS a Dios Padre omnipotente e imploremos su misericordia, para que por la gracia de su Cristo nuestro Señor, se digne propicio justificarnos.
    R. Concédenos esto, Dios eterno y omnipotente.

¶ BENDICIÓN propia:

    BENDÍGANOS el Señor nuestro Jesucristo, que en otro tiempo se dejó ver de los pastores en el pesebre.
    R. Amén.
    V. Protéjanos y defiéndanos en todo, quien por nosotros asumió misericordioso la humana natura raleza.
    R. Amén.
    V. Y el que es Señor y Redentor nuestro, se digne propicio conservarnos eternamente.
    R. Amén.
    V. Por la misericordia de nuestro Dios, que es bendito y vive y gobierna todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.
 

Office for Christmas Day
 

 These services are intended for particular Holy Days. Most appear to be substitutes for Morning and Evening Prayer.

 ¶ ANTÍFONA propia:

    No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo:
    Que os ha nacido un Salvador, Cristo el Señor.
    Cantad alabanzas, oh cielos; y alégrate, oh tierra, porque el Señor ha consolado a su pueblo.
    Gloria y honor al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Antes del Sermón, dígase la ORACIÓN siguiente:

    OYE, oh Señor, nuestra oración.
    R. Y llegue a ti nuestro clamor.
    V. Santo, santo, santo, Señor, Dios omnipotente, que eras, y que eres, y que has de venir. A ti, oh Dios, levantamos nuestras almas: a ti, que eres el Padre de las luces, en quien no hay mudanza ni sombra de variación, y de quien proceden toda buena dádiva y todo don perfecto. A ti nos acercamos, sabiendo que eres el poderoso y bondadoso galardonador de los que te buscan.
    Nosotros te adoramos, oh Padre, Señor de cielos y tierra, que de tal modo has amado al mundo, que nos has dado a tu Hijo unigénito, para que tengamos vida cuantos creamos en El.
    Y adoramos al Verbo eterno, que al principio estaba con Dios y era Dios, por quien fueron hechas todas las cosas; y el cual, en la plenitud del tiempo, se hizo carne y habitó entre los hombres, lleno de gracia y de verdad.
    Y puesto que Tú, oh Dios, quieres que todos los hombres honren al Hijo como honran al Padre, nosotros le adoramos como el resplandor de tu propia gloria y como la imagen expresa de tu substancia, uniéndonos de esta manera con tus ángeles a quienes fué mandado que le adorasen.
    Y adoramos también al Santo Espíritu, el Consolador, que tu Hijo ha dado a la Iglesia para que nos enseñe todas las cosas y nos guíe a toda verdad.
    Cuán grande es nuestra alegría al pensar que mientras nosotros estamos aquí congregados para adorarte e implorar tus bendiciones, Jesús, nuestro Salvador, está sentado a la diestra del trono de la gloria, intercediendo por nosotros, para que seamos recibidos, oh Dios, en tu favor y comunión.
    Haz, oh Padre, que descienda a nosotros en espíritu; que verdaderamente sea Emmanuel, Dios con nosotros; y que tu Palabra penetre en nuestras almas con vida y poder.
    Derrama en nosotros tu Espíritu Santo, para que tu Hijo Jesús nos sea hecho precioso, como lo es a todos los creyentes; y haga que nuestras alabanzas y acciones de gracias sean espirituales sacrificios, aceptables a tus divinos ojos.
    Y a ti. Rey eterno, inmortal, invisible, solo sabio Dios; y a tu Hijo, el Verbo hecho carne para nuestra salud; y a tu Santo Espíritu, el Consolador de nuestras almas: sea el honor y la gloria por siempre jamás.
   
R. Amén.
 

 

hand Terminado el Sermón puede cantarse un HIMNO.

Concluído el canto, diga el Ministro algunos puntos de la ORACIÓN que sigue:

   DEMOS gracias al Señor.
    ¡Oh nuestro Dios y Padre! Cuán admirable es tu benevolencia y cuán grande el amor que has manifestado hacia los hombres.
    1. Te damos gracias, Señor, porque cuando yacíamos en el pecado, y no había para nosotros humana salud, Tú te dignaste preparar un rescate para que fuésemos librados de la eterna ruina.
    2. Te bendecimos, oh Señor, porque cuando no quisiste sacrificio y ofrenda, ni te agradaron holocaustos, entonces el eterno Verbo dijo: Heme aquí, oh Dios, para hacer tu voluntad; y tu voluntad le agradó y tu ley estuvo en su corazón.
    3. Te alabamos, porque venido el cumplimiento del tiempo, enviaste a tu Hijo, hecho de mujer, sujeto a la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos; y porque a este fin nació, y para esto vino al mundo, para dar testimonio de la verdad; y nosotros creemos que El es el Cristo, el Hijo del Dios vivo; que es el que había de venir, y no esperamos a otro. Grande es sin duda el misterio de la piedad: que Dios se ha manifestado en carne y ha morado entre nosotros.
    4. ¡Oh Señor, Roca nuestra y Redentor nuestro! Que las palabras de nuestra boca y las meditaciones de nuestro corazón sean gratas delante de ti: concédenos lo que te pedimos, y llénanos de esperanza, gozo y paz, por amor de Jesucristo, nuestro bendito Salvador, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Puede cantarse la DOXOLOGÍA siguiente:

    GLORIA en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres. Amén.

Y luego el Ministro invoque la bendición divina con estas palabras:

    LA gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la participación del Espíritu Santo, sea con vosotros todos. Amén.

La Lauda, Suplicación, Bendición, Antífona y Doxología, servirán hasta la Circuncisión.


 
 Oficio para la Circuncisión
de nuestro Señor Jesucristo

Sígase el orden de los oficios Matutino y Vespertino con las variaciones siguientes:

Omítase la lectura de los Mandamientos por la mañana, y el Resumen de los Mandamientos por la tarde.

La EXHORTACIÓN, que precede a la Confesión de pecados, la misma del Oficio de Natividad.

¶ LAUDA propia:

    TÚ, oh Dios, haces que te alaben las salidas de la aurora y del ocaso. Aleluya.
    Tú coronas el año de tu bondad. Aleluya. Aleluya.
    La misericordia del Señor desde el siglo y hasta el siglo sobre los que le temen.
    Gloria y honor...

Después del Salmo 95 (o del Salmo 23, si es por la tarde) léase uno o los dos Salmos 65, 116.

La primera Lección de la mañana es Gén. XVII. 1 a 10. La segunda Lección de la mañana, y la Lección de la tarde, son: Colosenses, II. 8 a 17, y Lucas, II. 15 a 21; a elección del Ministro.

Los Cánticos son: para la mañana, el de Zacarías, núm. 31; y para la tarde, el de María, núm. 32.

¶ SUPLICACIÓN propia:

    OREMOS al Redentor del mundo, nuestro Señor Jesucristo, y con toda suplicación le roguemos, que por la gracia de su Circuncisión se digne propicio justificarnos.
    R. Concédenos esto, Dios eterno y omnipotente.

¶ BENDICIÓN propia.

    EL Señor Jesucristo, que para confirmar las promesas de los Padres, quiso ser ministro de la Circuncisión, se digne circuncidar nuestros corazones.
    R. Amén.
    V. El que sujetándose a la Ley, aceptó en su carne la señal de la alianza, nos purgue de toda impureza con el fuego de su amor.
    R. Amén.
    V. Y el que prometió bendecir a los hijos de Abraham, en Sí mismo que es simiente suya, nos dé la posesión de la bienaventurada herencia.
    R. Amén.
    V. Por la misericordia del mismo Dios nuestro, etc.
    R. Amén.

¶ ANTÍFONA propia.

    LA circuncisión es del corazón, en espíritu, no en letra.
    Nosotros somos la circuncisión, los que servimos en espíritu a Dios;
    Y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.
    Gloria y honor...

Antes del Sermón dígase la misma oración que en el Oficio de Natividad.

handTerminado el Sermón, puede cantarse un HIMNO.

Concluído el canto, diga el Ministro algunos puntos de la Oración que hay en el Oficio de Natividad, incluyendo el siguiente entre el 3 y 4:

    Ahora, Señor, dígnate aceptar estas alabanzas y acciones de gracias, como espiritual sacrificio que te ofrecemos por medio dq Jesús; y perdónanos todos los defectos que en este servicio hayamos cometido por causa de nuestras muchas fragilidades. Circuncida nuestros corazones, para que te amemos con todo el corazón y con toda el alma. Y puesto que en tu providencia nos has dejado ver el principio de un nuevo año, dígnate guiamos con tu divino Espíritu, a fin de que empleemos en. tu santo servicio todos los días que nos resten de vida en este mundo.

La DOXOLOGÍA y la Bendición final, como en el día de Natividad.

La Lauda, Suplicación, Bendición y Antífona servirán hasta la Epifanía.


Office for the Circumcision
 Oficio para la Epifanía
o Manifestación de Jesucristo

Sígase el orden de los Oficios Matutino y Vespertino, con las variaciones siguientes:

Omítase la lectura de los Mandamientos por la mañana, y el Resumen de los Mandamientos por la tarde.

La EXHORTACIÓN, que precede a la Confesión de pecados, la misma del Oficio de Natividad.

¶ LAUDA propia.

    VERÁN reyes, y se levantarán; príncipes, y adorarán. Aleluya.
    Por causa del Señor, que es fiel, y por el Santo de Israel, que te escogió. Aleluya. Aleluya.
    Vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas del Señor.
    Gloria y honor...

Después del Salmo 95 (o del Salmo 23, si es por la tarde) léase uno o los dos Salmos 72, 86.

La primera Lección de la mañana es Isaías, XLIX. 13 a 23.

La segunda Lección de la mañana, y la Lección de la tarde, son: Lucas, III. 15 a 22, y Mateo, XI. 1 a 12; a elección del Ministro.

Los Cánticos son: para la mañana, el Cántico 8; y para la tarde, el de Simeón, núm. 33.

¶ SUPLICACIÓN propia:

    OREMOS al Autor de la Luz, nuestro Señor Jesucristo, y con toda suplicación le roguemos que se digne propicio iluminarnos con los eternos resplandores de su luz divina.
    R. Concédenos esto, Dios eterno y omnipotente.

¶ BENDICIÓN propia:

    BENDÍGANOS el que es llamado Alpha y Omega, el Hijo unigénito de Dios Padre omnipotente.
    R. Amén.
    V. Quien es el Principio y el Fin, nos tome consigo victoriosos para tiempos infinitos.
    R. Amén.
    V. Y libertados del mal, de tal modo nos alumbre con su luz, que nos conceda la corona de gloria y el don de la eternidad.
    R. Amén.
    V. Por la misericordia de nuestro Dios, que es bendito y vive y gobierna todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

¶ ANTÍFONA propia:

    ¿DÓNDE está el que ha nacido Rey de los Judíos?
    Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
    Y postrándose le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, e incienso y mirra.
    Gloria y honor...

Antes del Sermón, dígase la misma oración del Oficio de Natividad.

handTerminado el Sermón, puede cantarse un
HIMNO.

Concluido el canto, diga el Ministro algunos puntos de la Oración que hay en el Oficio de la Nativididad, incluyendo el siguiente antes del 4:

    Te glorificamos, oh Dios, porque tu Hijo eterno asumió, no la naturaleza de los ángeles, sino nuestra naturaleza humana, para ser en todas las cosas semejante a sus hermanos; porque como Hijo del hombre vino para buscar y salvar lo que se había perdido, y como Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del diablo; porque vino con potestad sobre toda carne, para dar vida eterna a los que creen en él; y porque se dignó revelarse a los Gentiles, como bandera a los pueblos, a fin de que hallasen salud y gozo en el Deseado de todas las gentes.

La DOXOLOGÍA y la Bendición final, como en el día de Natividad.


Office for the Epiphany
Oficio para el Jueves Santo

No se dice Gloria al final de los Salmos y Cánticos.


    Todos en pie, el Ministro comience diciendo:

    EN el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea luz y paz.
    R. Amén.
    V. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre del Señor.
    R. Sea el nombre del Señor bendito desde ahora y para siempre.
    V. Oh Dios, cuyo nombre es bendito desde la salida del sol hasta su ocaso. Llena de ciencia nuestros corazones y abre nuestros labios en tu alabanza; para que como eres bendito con el debido honor por todos los siglos, así seas alabado de oriente a occidente por todas las naciones.
    R. Amén.
    V. Por tu misericordia, oh Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

    HERMANOS muy amados: Si en todo tiempo debemos confesar nuestras faltas ante la majestad de nuestro Dios, hoy particularmente que nos hemos congregado para conmemorar los tesoros de su misericordia hacia nosotros y los profundos misterios de su amor divino, debemos postrarnos en su presencia e implorar su perdón, confesando todos nuestros pecados, con un corazón verdaderamente contrito. Por tanto, digámosle desde lo más íntimo de nuestras almas:
 

Office for Maundy Thursday
    Todos, de rodillas:

    DIOS todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros confesamos que hemos pecado gravemente contra ti, por pensamiento, palabra, obra y omisión. Con sinceridad nos arrepentimos de estas nuestras culpas, cuyo peso en gran manera nos abate y cuya memoria aflige nuestros corazones. Aparta, oh Señor, tu rostro de nuestros pecados y borra todas nuestras iniquidades. Ten misericordia de nosotros, te rogamos; ten misericordia de nosotros, por el amor de tu muy amado Hijo, que murió sobre la cruz para salvarnos, y perdona todas nuestras maldades, límpianos de toda mancha de iniquidad, y llénanos de tus dones espirituales; para que en adelante caminemos en novedad de vida, mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.

El Presbítero (o el Obispo, si está presente) levantándose, diga:

    Dios nuestro Padre celestial, que por su grande amor a los hombres, ha prometido perdonar a todos los que con sincero arrepentimiento verdadera fe se convierten a él; tenga misericordia de vosotros, perdone todos vuestros pecados, os confirme en todo. bien, y os conduzca a la vida eterna; por Jesucristo nuestro Señor y Redentor. Amén.
    R. Dios todopoderoso tenga también de ti misericordia, perdone todos tus pecados, y te conduzca a la vida eterna; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
    V. El Señor sea siempre con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.

Todos en pie, canten o lean la siguiente ANTÍFONA:

    DE cierto os digo, que uno de vosotros me ha de entregar.
    El hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar.
    ¡Ay de aquel hombre, por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera al tal hombre no haber nacido.

El Ministro:

    SEÑOR, abre nuestros labios.
    R. Y nuestra boca. anunciará tu alabanza.
 

Confession & Absolution

Y cántese (o léase alternadamente por el Ministro y la Congregación) uno o los dos SALMOS 2 y 109.hand

Después de los Salmos, sentada la Congregación, el Ministro en píe diga:

    NUESTRA primera lección de la Palabra de Dios se halla en las Lamentaciones de Jeremías,. capítulo primero.

Y lea Lamentaciones, I. 1 a 14.

Y concluida la lectura, diga:

    AQUÍ termina nuestra primera lección de la Sagrada Escritura.

Todos en pie, cántese (o léase alternadamente por el Ministro y la Congregación) el

CÁNTICO 14

    Mi corazón está quebrantado en medio de mí; * todos mis huesos tiemblan.
    2. Me hallo como ebrio, y como hombre tomado por el vino, * por causa del Señor, y por causa de las palabras de su Santidad.
    3. Porque la tierra está llena de adúlteros; * porque a causa de la maldición, la tierra llora.
    4. Las praderas del desierto se secaron; * la carrera de ellos fué mala, y su fortaleza no derecha.
    5. Porque así el profeta como el sacerdote se han profanado; * aun en mi casa hallé su maldad, dice el     Señor.
    6. Por tanto, corno resbaladero en oscuridad les será su camino; * serán empujados, y caerán en él.
    7. Porque yo traeré mal sobre ellos, * año de su visitación, dice el Señor.

Terminado el Cántico y sentada la Congregación, el Ministro, en pie, diga:

    NUESTRA segunda lección de la Sagrada Escritura se halla en el Evangelio según Juan, capítulo trece.

Y lea Juan, XIII. 1 a 17.

Y concluída la lectura, diga:

    AQUÍ termina nuestra segunda Lección de la Palabra de Dios.

La Congregación, levantándose, diga:

    OH Señor, santifícanos en tu verdad; tu palabra es la verdad. Amén.
    V. Hermanos, confesemos nuestra fe.
 

Psalm, Scripture Readings, Canticle
Todos digan el SÍMBOLO APOSTÓLICO.

    CREO en Dios, Padre todopoderoso, Criador del cielo y de la tierra.
    Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fué concebido por obra del Espíritu Santo; nació de María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fué crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercero día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos; está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso; de donde ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
    Creo en el Espíritu Santo; en la santa Iglesia católica; la comunión de los santos; el perdón. de los pecados; la resurrección., de la carne; la vida eterna. Amén.
    V. El Señor sea siempre con vosotros.
    R. Y con tú espíritu.

De rodillas todos, el Ministro diga:

    OREMOS al Redentor del mundo, nuestro Señor Jesucristo, y con toda suplicación le roguemos que se digne propicio justificarnos por los méritos de su sagrada pasión.
    R. Concédenos esto, Dios eterno y omnipotente.
 

 Apostles' Creed

Todos:

    PADRE nuestro, que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánosle hoy. Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación. Mas líbranos del mal. Amén.

Todos en pie, canten o lean la, siguiente ANTÍFONA:

    TEN piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia.
    Conforme a la multitud. de tus piedades borra mis rebeliones.
    Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado.

Y de rodillas la Congregación, el Ministro, en pie, diga:

    HIJO Unigénito de Dios Padre, que por la salud del mundo te humillaste , a tomar nuestra naturaleza; que misericordiosamente y por la gracia de tu humildad, encaminaste de nuevo a la senda del paraíso al hombre que habías formado y a quien el diablo engañó; que no tuviste a menos lavar los pies de tus discípulos, para que nosotros, imitando tu ejemplo saludable, seamos bienaventurados. Suplicamos tu clemencia, para que borres las manchas de nuestros delitos, y limpios de toda culpa nos hagas partícipes con tus santos del reino celestial.
    R. Amén.
    V. Por tu misericordia, oh Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Puede cantarse un HIMNO.

Terminado el canto, diga el Ministro:

    BENDICE, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
    R. Él es quien perdona todas tus iniquidades, quien cura todas tus dolencias.
    V. Quien rescata del hoyo tu vida, quien te corona de misericordia y piedades.
    R. Quien coima de felicidad tu vejez; se renovará como el águila tu juventud.

Y cántese o léase la siguiente ANTÍFONA.

    EN gran manera he deseado comer con vosotros esta Pascua, antes que padezca;
    Porque os digo que no comeré más de ella,
    Hasta que se cumpla en el reino de Dios.

Y de rodillas la Congregación, el Ministro, en pie, diga:

    OH Señor Jesucristo, que en semejante día, por tu grande amor, instituiste y nos mandaste continuar el memorial perpetuo de tu muerte propiciatoria, hasta que vuelvas en gloria y majestad. Concede, te rogamos, que no miremos con negligencia tu amorosa invitación, antes bien, acercándonos con alegría a tu santa Mesa, nos alimentemos de ti en nuestros corazones, por fe, con acción de gracias; a honra y gloria de tu nombre, que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por todos los siglos.
    R. Amén.
 

 Lord's Prayer

El Diácono diga:

HERMANOS, inclináos a la bendición.

El Ministro:

    EL Señor sea siempre con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Cristo Jesús, que es el Señor y el Maestro, nos haga mansos y humildes de corazón, para que con gozo llevemos su yugo.
    R. Amén.
    V. Concédanos su gracia para que, siguiendo su ejemplo, por amor de él sirvamos a los pequeñuelos.
    R. Amén.
    V. A fin de que seamos bienaventurados, poniendo en práctica lo que él mismo se dignó enseñarnos.
    R. Amén.
    V. Por la misericordia de nuestro Dios, que es bendito y vive y gobierna todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Puede cantarse un HIMNO.

Terminado el canto, diga el Ministro:

    Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado.
    R. Al corazón contrito y humillado no despreciarás Tú, oh Dios.
    V. Lacerad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios.
    R. Del Señor nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado.
    V. El Señor cumplirá por mí.
    R. Tu misericordia, oh Señor, es para siempre.

Y cántese o léase la siguiente ANTÍFONA:

    MUY triste está mi alma, hasta la muerte.
    La hora es llegada, y he aquí el Hijo del Hombre es entregado.
    Mas vosotros velad y orad, para que no entréis en tentación.
 

 
Y todos de rodillas, díganse las siguientes PRECES:

    A ti clamamos, oh Dios, escúchanos.
    R. Y líbranos del azote de tu enojo.
    V. Santo Redentor, que fuiste entregado a muerte, vivifica a tu grey que redimiste con tu sangre.
    R. Y líbranos del azote de tu enojo.
    V. Tú que fuiste azotado por los inicuos, y gustaste amarga hiel y bebiste vinagre, exímenos de futuros males.
    R. Y líbranos del azote de tu enojo.
    V. Tú que sufriste la corona de espinas, y fuiste clavado en la cruz, límpianos de toda culpa.
    R. Y líbranos del azote de tu enojo.
    V. Tú que en la cruz pediste al Padre perdón por los ignorantes, dama ahora por nosotros.
    R. Y líbranos del azote de tu enojo.
    V. Tú que fuiste sobremanera angustiado, y diste la vida por nosotros, absuélvenos de todo reato y haznos vencedores de la muerte.
    R. Y líbranos del azote de tu enojo.
    V. Sálvanos con el precio infinito de tu sangre, y únenos a ti con la fuerza de tu divino amor.
    R. Y líbranos del azote de tu enojo.
    V. Oh Cristo, Señor nuestro, de cuya cruz se elevó un clamor como de quien se ve abandonado por el Padre; y que con tu muerte redimiste al hombre perdido por su pecado. Humildemente suplicamos tu santa clemencia, para que no abandones jamás a los que creemos en ti, ni deseches la confianza que tenemos puesta en tu potencia y divinidad; y te rogamos que escuches propicio nuestras preces, y nos concedas que te sirvamos siempre conformé a tu beneplácito.
    R. Amén.
    V. Por tu misericordia, oh Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Aquí puede el Ministro añadir las Oraciones de SÚPLICA [tomadas de este Libro], que le parezcan oportunas.

Luego, todos en pie, cántese o léase esta DOXOLOGÍA:

    AL que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre: a Él sea gloria e imperio para siempre jamás. Amén.

Y diga el Ministro:

    EN el nombre de Jesucristo nuestro Señor, terminemos con paz.
    R. Gracias sean dadas a Dios. Amén.

Si hay Sermón, las Oraciones anterior y posterior se dejan a la discreción del predicador.


Si se celebraren dos Cultos en este día, y uno de ellos no fuere la Santa Comunión, se usará también para el segundo el Oficio precedente; pero suprimiendo la primera Lección y el Cántico 14, y tomando para Lección única, Juan, XIII. 18 a 38.


 
Oficio para Viernes Santo

Todos en pie, el Ministro comience diciendo:

    EL Señor está en su santo templo.
    R. Calle delante de Él toda la tierra.
    V. Cristo Jesús, cuando aún éramos flacos, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente apenas muere alguno por un justo; con todo, podrá ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros: luego mucho más ahora, justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
    R. Y no sólo esto, mas aun nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por el cual hemos ahora recibido la reconciliación.

    HERMANOS muy amados: Si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros. Mas Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo; y él es la propiciación por nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Por tanto, humillémonos en la presencia de Dios, y digámosle con el profeta David:

Y todos de rodillas, dígase alternadamente por el Ministro y la Congregación el

SALMO 51.

    TEN piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; * conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
    2. Lávame más y más de mi maldad; * y límpiame de mi pecado.
    3. Porque yo conozco mis rebeliones; * y mi pecado está siempre delante de mí.
    4. A ti, a ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; * por tanto, serás justo al hablar Tú, puro serás Tú al juzgar.
    5. Pero mira que en maldad nací; * y en pecado me fomentó mi madre.
    6. He aquí, Tú quieres la verdad en lo íntimo; * y en lo oculto me harás conocer sabiduría.
    7. Purifícame con hisopo, y seré limpio; * lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
    8. Hazme oír gozo y alegría; * y se recrearán los huesos que has abatido.
    9. Aparta tu rostro de mis pecados; * y borra todas mis maldades.
    10. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; * y renueva un espíritu recto dentro de mí.
    11. No me arrojes de tu presencia; * y no quites de mí tu santo Espíritu.
    12. Devuélveme el gozo de tu salvación; * y el espíritu de generosidad me sustentará.
    13. Enseñaré a los transgresores tus caminos; * y pecadores se convertirán a ti.
    14. Líbrame de sangres, oh Dios, Dios de mi salvación; * mi lengua celebrará tu justicia.
    15. Señor, abre mis labios; * y publicará mi boca tu alabanza.
    16. Pues no quieres Tú sacrificio, que yo daría; * ni te complaces en holocausto.
    17. Sacrificios para Dios son el espíritu quebrantado; * al corazón quebrantado y contrito no despreciarás Tú, oh Dios.
    18. Haz bien en tu beneplácito a Sión; * edifica los muros de Jerusalem.
    19. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto y la víctima completa; * entonces se ofrecerán novillos sobre tu altar.

(No se dice Gloria y honor.)
 

 Office for Good Friday

Terminado el Salmo, el Presbítero (o el Obispo, si está presente), levantándose, diga:

    OH Dios benigno y siempre misericordioso, que aceptas a los mansos y humildes de corazón, y has dado autoridad a tus Ministros para declarar el perdón, la reconciliación y la paz eterna a todos los que, entristecidos por sus pecados, vuelven a Ti con fidelidad y verdad. Despierta en estos tus siervos que te han confesado ahora sus pecados, el sentimiento de tu presencia y de tu pureza; obra en ellos un arrepentimiento verdadero; perdona todos sus pecados y límpialos de toda impureza de cuerpo y de alma; pon en ellos novedad de vida, y acéptalos en tu Hijo amado; para que siendo santificados por tu divino Espíritu, sientan la consolación y gozo espiritual que es patrimonio de tus hijos, y obtengan la realización de tus santas y eternas promesas; mediante nuestro Señor y Redentor Jesucristo.
    R. Amén.
    V. La alabanza del Señor hablará mi boca.
    R. Y bendiga toda carne su santo nombre por siglo y para siempre.

Todos en pie, cántese o léase la siguiente ANTÍFONA:

    HABRÁ manantial abierto para la casa de David,
    Y para los moradores de Jerusalem;
    Para lavar el pecado y la impureza.

Después de la Antífona, sentada la Congregación, el Ministro, en pie, diga:

    LA lección del Antiguo Testamento se halla en el libro del Génesis, capítulo 22.

Y lea Génesis, XXII. 1 a 18.

Terminada la Lección, todos en pie, diga el
Ministro
:

    CLEMENTE y misericordioso es el Señor.
    R. Lento para la ira y grande en misericordia.

Y cántese o léase la siguiente ANTÍFONA:

    No hay más Dios que yo: Dios justo y Salvador; Ningún otro fuera de mí.
    Mirad a mí, y sed salvos todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más.

Después de la Antífona, léanse las palabras de Micheas, VI. 2 a 8, como sigue:

El Diácono diga:

    OÍD, montes, y fuertes fundamentos de la tierra, el pleito del Señor: porque tiene el Señor pleito con su pueblo, y altercará con Israel.

Y el Ministro diga:

    PUEBLO mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí. Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de siervos te redimí; y envié delante de ti a Moisés, y a Aarón, y a María. Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac, rey de Moab, y qué le respondió Balaam, hijo de Beor, desde Sittim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias del Señor.
    R. ¿Con qué prevendré al Señor, y adoraré al alto Dios? ¿Vendré ante Él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Agradaráse el Señor de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma?
    V. Oh hombre, Él te ha declarado qué sea lo bueno, y qué pida de ti el Señor. Solamente hacer juicio, y amar misericordia, y humillarte para andar con tu Dios.
 

 
Todos de rodillas, el Ministro diga:

    OH Cristo, Dios de nuestra salud, que con tu pasión puedes dominar las pasiones todas de los hombres. Apiádate del pueblo de Israel, conviértele y tráele a ti. Haz que miren a quien traspasaron, y vengan a ti gimiendo y llorando. Concédeles perdón de todos sus pecados, gracia para servirte, y al fin la vida eterna. R. Amén.

Puede cantarse un HIMNO.

Después del canto, sentada la Congregación, el Ministro, en pie, diga:

    ESCUCHAD, hermanos, la Profecía.

Y lea el capítulo 53 de Isaías.

Terminada la Profecía, todos en pie, diga el
Ministro
:

    MUY triste está mi alma, hasta la muerte.
    R. Hánse multiplicado mis enemigos; muchos se levantan contra mí.

Y cántese o léase la siguiente ANTÍFONA:

    CUANTOS pasáis por el camino,
    Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido;
    Porque el Señor me ha angustiado en el día de su enojo.

Después de la Antífona, diga el Diácono:

    OÍD esto, pueblos todos; escuchad, habitadores todos del mundo; así los plebeyos como los nobles, el rico y el pobre juntamente.

Y lea el Ministro las palabras del Salmo 22, del modo que sigue:

    DIOS mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?, ¿por qué estás lejos de mi auxilio y de las palabras de mi clamor?
    Dios mío, clamo de día, y no me oyes; y de noche, y no hay para mí descanso.
    Tú, empero, eres santo; Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.
    R. Oh Señor, por tu muerte salva a todos los hombres.
    V. Yo soy gusano y no hombre; oprobio de los hombres, y desprecio del pueblo.
    Todos los que me ven, escarnecen de mí, abren los labios, y menean la cabeza, diciendo:
    Remítese a Jehováh, líbrele; sálvele, puesto que en él se complace.
    R. Oh Señor, por tu muerte salva a todos los hombres.
    V. No te alejes de mí; porque la angustia está cerca, porque no hay quien ayude.
    Hánme rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han cercado.
    Abrieron contra mí sus bocas, como león rapante y rugiente.
    R. Oh Señor, por tu muerte salva a todos los hombres.
    V. Héme escurrido como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron: mi corazón es como cera desliéndose en medio de mis entrañas.
    Secóse como tiesto mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte.
    Porque me han rodeado como canes; háme cercado cuadrilla de malignos.
    R. Oh Señor, por tu muerte salva a todos los hombres.
    V. Horadaron mis manos y mis pies; contar puedo todos mis huesos; ellos miran y me contemplan.
    Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi túnica echaron suertes.
    Mas tú, Señor, no te alejes: fortaleza mía, acude a mi socorro.
    R. Oh Señor, por tu muerte salva a todos los hombres.
    V. Saca de desolación a mi alma, de garra fiera a mi vida.
    Sálvame de la boca del león, y líbrame de los cuernos de búfalos silvestres.
    Y anunciaré tu nombre a mis hermanos: en medio de la congregación te alabaré.
    R. Oh Señor, por tu muerte salva a todos los hombres.
 

 
Todos de rodillas, el Ministro diga:

    ¡OH Cristo, Salvador del mundo: Tú que no deseas la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; y que no viniste para condenar al mundo, sino para que el mundo fuera salvo por ti; y que dijiste: “si yo fuere levantado, a todos traeré a mí mismo”; Tú que fuiste entregado en manos de los gentiles, clavado en la cruz, y entre horribles angustias diste tu vida por los pecados de todo el mundo! Dígnate apresurar el día en que todas las naciones han de ser benditas en ti; destruye toda superstición;. disipa todo error; confunde toda impiedad; y haz que todos los hombres vengan arrepentidos a tu presencia, y te reconozcan y te sirvan y te aclamen su Rey, su Salvador y su Señor.
    R. Amén.

Puede cantarse un HIMNO.

Después del canto, sentada la Congregación, el Ministro, en pie, diga:

    LA lección del Nuevo Testamento se halla en el Evangelio según San Juan, capítulo 18.

Y lea Juan, VXIII. 28 a 40.

Terminada la Lección, todos en pie, diga el Ministro:

    TODOS nosotros nos decarriamos como ovejas.
    R. Mas en Jesús cargó el Señor el pecado de todos nosotros.

Y cántese o léase la siguiente ANTÍFONA:

    HE aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
    El Cordero que fué inmolado,
    Es digno de tomar el poder, y riquezas, y sabiduría, y fortaleza, y honra, y gloria, y alabanza, por siempre jamás.

Después de la Antífona, diga el Diácono:

    HERMANOS, imploremos al Cordero de Dios, a quien es dada toda potestad en los cielos y en la tierra, y con toda suplicación le roguemos que es-. cuche propicio nuestras preces.
 

 

 Y todos de rodillas, díganse las PRECES:

    OH Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
    R. Tú que quitas el pecado del mundo, recibe nuestra súplica.

    V. Tú que en la cruz excusaste a los ignorantes,
y pediste al Padre perdón para ellos: apiádate de
todos los que procuran servirte, mas no conforme
a ciencia; y disipando la ignorancia que ciega sus
mentes, llénalos del resplandor de tu verdad.
    R. Oh Cordero de Dios, recibe nuestra súplica.
    V. Tú que recibiste en tu reino al malhechor arrepentido: apiádate de todos los- que sienten amor a la verdad, y reúnelos en derredor de ti, para que no haya más que un solo aprisco y un solo Pastor.
    R. Oh Cordero de Dios, recibe nuestra súplica.
   
V. Tú que dejaste el legado de tu amor a Juan para que recibiese a María como su madre, y a María para que recibiese a Juan por hijo: apiádate de todos tus discípulos, y concédeles que estén siempre unidos y se amen con el amor con que tú mismo los has amado.
    R. Oh Cordero de Dios, recibe nuestra súplica.
    V. Tú que te encontraste en la amargura de quien se ve abandonado de Dios: apiádate de todos los enfermos, atribulados, desamparados, presos y esclavos; y concédeles a cada uno conforme a su necesidad, y según la medida de las riquezas de tu misericordia.
    R. Oh Cordero de Dios, recibe nuestra súplica.
    V. Tú que en medio de tus angustias te sentiste abrasado por la sed y bebiste vinagre; apiádate de tus redimidos, y hazlos sedientos de paz y de virtud, para que reinen éstas sobre la tierra, aunque hayan de sufrir por ello algún perjuicio temporal.
    R. Oh Cordero de Dios, recibe nuestra súplica.
    V. Tú que expirando en la cruz, consumaste la obra de expiación y redención, para la cual descendiste del Padre: apiádate de todo el género humano; haz que venga pronto tu reino; y como Tú fuiste hecho pecado por los hombres, sean hechos todos ellos justicia de Dios en ti.
    R. Oh Cordero de Dios, recibe nuestra súplica.
    V. Tú que al morir encomendaste al Padre tu espíritu: apiádate de tus santos sobre la tierra, y enséñales a que echen siempre su carga sobre Dios, seguros de que por tu mediación todas las cosas resultarán para su bien.
    R. Oh Cordero de Dios, recibe nuestra súplica.
    V. Oh Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
    R. Tú que quitas el pecado del mundo, recibe nuestra súplica.

Diga el Diácono:

HERMANOS, levantáos.
 

 

Y todos en pie, el Presbítero (o el Obispo, si está presente) diga:

    OH Cristo, Cordero de Dios, Hijo unigénito del Padre, que por nosotros y por todo el mundo te ofreciste en propiciación sobre la cruz, muriendo inocente a manos de los inicuos. Acuérdate del valor infinito de tu preciosa sangre, y borra el pecado de todo tu pueblo. Y puesto que te dignaste sufrir vilipendios, bofetadas, ligaduras, azotes, corona de espinas, cruz, clavos, amargura, muerte, lanzada, y, por último, sepultura; concede a los míseros mortales, por quienes tanto padeciste, la bienaventuranza infinita de tu reino celestial: para que cuantos se postren delante de ti, recordando tu pasión y adorándote como el Cordero que fué inmolado, sean levantados a lugares celestiales, donde disfruten del gozo de tu gloriosa resurrección.
    R. Amén.
    V. Por tu misericordia, oh Dios nuestro, que eres bendito y vives y gobiernas todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Cántese o léase la siguiente ANTÍFONA:

    CRISTO Jesús, hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo,
    Hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
    Y llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia.

Después de la Antífona, el Diácono diga:

HERMANOS, inclináos a la bendición.

Y de rodillas la Congregación, el Ministro, en pie, diga:

    EL Señor sea siempre con vosotros.
    R. Y con tu espíritu.
    V. Socórranos la gracia de Cristo Jesús, que por nosotros sufrió angustias y muerte.
    R. Amén.
    V. Rasgue la cédula de nuestros delitos, quien por su muerte libertó al mundo.
    R. Amén.
    V. E introdúzcanos en el santuario eterno, quien por una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
    R. Amén.
    V. Por la misericordia del mismo Dios nuestro, que es bendito y vive y gobierna todas las cosas por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

Todos en pie, cántese o léase la siguiente DOXOLOGÍA:

    AL que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre: a Él sea gloria e imperio para siempre jamás. Amén.

Y diga el Ministro:

    EN el nombre de Jesucristo nuestro Señor, terminemos con paz.
    R. Gracias sean dadas a Dios. Amén.



 
 

Si hubiere SERMÓN, el Ministro que haya de
predicar diga la
ORACIÓN que sigue:

    ESCUCHA, oh Señor, nuestra plegaria.
    R. Y está atento a la voz de nuestras súplicas.
    V. Dios de amor y Padre de las misericordias. Concédenos con tu gracia la libertad de entrar en tu santuario por la sangre de Jesucristo, por el camino que Él nos consagró, nuevo y vivo. Haz que teniendo este Gran Sacerdote sobre la casa de Dios, nos lleguemos con corazón verdadero y plena fe, purificados los corazones de mala conciencia, y manteniendo firme la profesión de nuestra fe, sin fluctuar; considerándonos los unos a los otros, para provocarnos al amor y a las buenas obras.
    Danos que aprendamos todos de Cristo a ser mansos y humildes de corazón, a fin de que hallemos reposo para nuestras almas. Vístenos, como a escogidos tuyos, de entrañas de misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre y tolerancia, para que perdonemos como Cristo nos ha perdonado, y seamos perfectos como Tú, oh Pádre celestial, eres perfecto.
    Ilumina nuestras mentes con la luz de tu divino Espíritu, para que comprendamos tu santa Palabra; y recibe el homenaje de nuestra adoración, en el nombre de nuestro único Redentor y Medianero, de aquel que nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición, Jesucristo nuestro Señor.
    R. Amén.

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Después del Sermón puede cantarse un HIMNO. Terminado el canto, diga el Ministro la ORACIÓN siguiente:

    DEMOS gracias al Señor.
    Dios y Padre celestial. Te damos gracias, porque Jesucristo vino al mundo, para llamar, no justos, sino pecadores al arrepentimiento; porque se mostró amigo de los pecadores; y porque es el Cordero sin mancilla que quita el pecado del mundo.
    Te bendecimos, porque Jesús gustó la muerte por todos, y así destruyó al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo; porque por una sola ofrenda ha hecho perfectos para siempre a los santificados; porque, presentándose para deshacimiento del pecado por el sacrificio de sí mismo, por el eterno Espíritu se ofreció sin mancha a Dios, y por su propia sangre entró una vez en el santuario, habiendo obtenido para nosotros eterna redención.
    Grande es el amor con que Jesús nos ha amado. ¿Quién puede comprender la anchura y la largura y la profundidad y la altura de ese amor que excede a todo conocimiento? Digno es el Cordero que fué inmolado, de recibir el poder, y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra, y gloria y alabanza; porque Él fué inmolado, y nos redimió para Dios con su sangre.
    Acepta, oh Señor, el sacrificio espiritual de nuestras alabanzas y hacimientos de gracias; perdona todas nuestras flaquezas, y despídenos en paz con tu divina bendición. Y el poder y el honor y la gloria sea a ti, Dios Altísimo, con tu Hijo eterno, y con el Santo Espíritu, por los siglos de los siglos.
    R. Amén.

No se dice Doxología.

El Ministro invoque la bendición divina con uno de los Textos acostumbrados.


Si se celebraren dos Cultos en este día, y uno de ellos no fuere la Santa Comunión, se usará para el primero el Oficio precedente íntegro, y de él se tomarán para el segundo las porciones que se quieran, sirviendo de Lecciones las siguientes:

   Números, XXI. 1 a 9; Mateo, XXVII. 27 a 54; Hebreos, IX. 16 a 28.

 

 

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Web author: Charles Wohlers U. S. EnglandScotlandIrelandWalesCanadaWorld